DECISIÓN
Abro los ojos, miro, la mañana
me hiere con sus rayos. Es el día,
que me ofrece la luz y la palabra,
el poder desigual de la conciencia
para honrar la memoria de las cosas.
Decido hacerle un guiño y confesarle
que voy a abrir mi alma y a ser
cómplice
de todo lo que tenga que contarme.
Al fin y al cabo, pienso, tendré tiempo
de tenerlos cerrados cuando venga
la muerte a visitarme y me convierta
en ciego para todo y para siempre.
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