En un concurso musical llamado Benidorm Fest ha
resultado premiada una canción titulada Zorra. TVE, organizadora del
festejo, llevaba toda la semana dando bombo al acontecimiento, como si del fin
del mundo se tratara o del descubrimiento que fuera a salvar a la humanidad de
cualquier desastre. Al fin y al cabo, han utilizado el mismo mecanismo que las
televisiones privadas a las que lo primero que les interesa es hacer publicidad
de su producto y ensalzarlo hasta el paroxismo, con el fin de conseguir una
buena cuota de pantalla. Purito capitalismo, degradación de principios, olvido
de que no es válido cualquier método para conseguir un fin y contribución a la
creación de una escala de valores que luego, farisaicamente, cree combatir
escandalizándose ante otros sucesos.
Este mediodía he visto cómo, en pleno telediario, se
esforzaban ¡durante casi un minuto de televisión!, como si sintieran vergüenza
y quisieran pedir perdón, por añadir connotaciones a la palabra “zorra”, hasta
convertirla casi en un eufemismo Enseguida he acudido a conocer la letra entera
de la canción y he de decir que me causa sonrojo. No por la presencia de la
palabra zorra (o no solo), sino por la cantidad de ripios que acumula y por el
esfuerzo que he necesitado para entender su significado en el sentido que
parecen querer darle los patrocinadores del festival, o sea, TVE.
Dicen que la canción ya tiene tropecientas mil
reproducciones, lo cual quiere decir que enlaza con el gusto de buena parte de
los seguidores musicales. A algún comentarista, sin embargo, no le da en sus
pronósticos para nada mejor que entre los cinco últimos puestos cuando acuda a
eurovisión. A mí, que me trae al fresco todo ese invento de eurovisión, no me
da ni para el último. Pero ya hemos enviado embajadores zafios y primitivos, y
algún voto han rascado; así que mejor es aguardar acontecimientos, porque el
mundo anda como anda.
De todo este batiburrillo, me interesan algunos
aspectos.
El primero es el de mi asombro por la cantidad de
seguidores que tiene esto de la música. TVE ha echado la casa por la ventana,
la ciudad de Benidorm estaba hasta los topes, muchísima gente se mostraba
entusiasmada y como si le fuera la vida en ello, el país andaba pendiente de
los resultados… En fin… Compárese, por ejemplo, con los asistentes o
interesados en la lectura o en el intercambio de ideas, o de otras actividades
a las que no acude casi nadie.
En segundo lugar, me pone de los nervios dar por hecho
que cualquier ruptura con lo existente supone un avance en libertades o en
derechos. Este asunto se da mucho en cultura, o en todo aquello que llaman
cultura, porque definir qué es cultura y qué puede entrar en el catálogo de
cultura nos llevaría demasiado lejos, y, para enfados, ya va bien con esto del
festival. He afirmado muchas veces que la innovación por la innovación es la
misma imbecilidad que la conservación por la conservación; lo snob y el inmovilismo
parten de la misma salida y llegan a la misma meta; es decir, a la tontería.
Pues parece que, si no das un paso más allá, en letras, en vatios, en vestidos
o desvestidos, en bailes y en apariencias de todo tipo, ya no estás en la moda
y no sirves para el sistema, ese que exige el cambio continuo para tener al
cliente entretenido y embobado.
Que el leguaje es machista resulta evidente: llevo
toda mi vida enseñándolo y criticándolo (el ejemplo zorra / zorro es
definitivo); que lo es porque resulta ser reflejo de la sociedad tampoco exige
demasiado esfuerzo mental; que la modificación del lenguaje empuja al cambio
social y al revés no tiene por qué recordármelo nadie…
Pero, si para ello necesitamos hacer dos tontos donde
antes ya había un tonto de solemnidad, lo que habremos logrado será una
epidemia de imbéciles y una sociedad imbecilizada.
Una cosa es la aspiración de igualdad y otra muy
distinta es el desparrame y el horizonte sin deberes y sin normas. Para todos,
claro, para ellas y para ellos.
A ver si ahora nos vamos a quedar sin gallineros y sin
trabajo para los que los guardaban.
En fin, puede que yo no sepa leer y esté totalmente
equivocado. Después de tantos años de ejercicio, no tendría perdón de dios.
1 comentario:
Creo que tengo que darte la razón, o mucho están cambiando los tiempos, o Antonio, pertenecemos a la misma quinta.
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