domingo, 5 de agosto de 2012

ASPIRO A UNA DOCTÍSIMA IGNORANCIA


ASPIRO A UNA DOCTÍSIMA IGNORANCIA
¿Pues cómo conocerte
si no es en la expresión accidentada,
momentánea y sutil, fugaz y efímera,
de la esencia que guardas en tu seno?

Son tus labios enfoques y medidas,
gaviotas que vuelan sonrosadas,
y tu cuerpo gravita compensado
en ciertas divisiones que se afanan
en ser  por sí y en sí, como vigías
de un horizonte propio, un alto faro
que atrajera hacia sí cualquier marea
del mar en el que flotan y perviven
la luz y el porvenir de los deseos.

Por eso miro lento
los accidentes de tu geografía,
me detengo en el mar de tus sargazos
o asciendo agradecido
hasta la cumbre intensa de tu boca.

Pero sé que hay en ti dulces praderas
de hierba permanente,
que duran más allá de los dominios
del espacio y el tiempo; no me sacia
la sed el dulce trago
del agua que se agota y que recuerda
la fuente donde mana la frescura
también cuando el invierno se hace estío.
Hay nuevas que de ti me van diciendo,
que me hablan de tu luz y de tu esencia
más allá del contento de la fotografía.

Y me gusta saber que, tras el álbum,
existe luz perfecta, permanente,
unidad de unidades de ti misma,
dulce encuentro de la simplicidad,
doctísima ignorancia en la que habito
buscándote en el fondo de mis sombras,
sabiéndote de veras sin saberte,
para poder decir que me he olvidado
en el placer y el gozo de encontrarte.

No hay comentarios: