miércoles, 10 de febrero de 2016

TODOS A LA CÁRCEL


Hoy es Valencia, mañana también, pasado mañana será Madrid, y cada día del año será un caso al aire de apandamiento y de aprovecharse del cargo público para llenar las arcas particulares o de partido. Todavía sigue pendiente un asunto confuso de no hace muchos años en Salamanca y hasta en Béjar, que atufa como lo de Madrid o Valencia.
Cuando un fenómeno se repite con frecuencia, suele cargarse con las virtudes y con los defectos de la monotonía; y entonces la mente se acostumbra y cambia el foco de atención, o, al menos, se libera de la densidad para poder seguir viviendo.
Si cada día un espectador medio de televisión prestara la atención que seguramente merecen todos los casos de corrupción que salen a la luz, no tendría otra ocupación y su ánimo andaría por los suelos. Seguramente, algo de eso habrá, si hacemos caso al tono y a las descalificaciones globales que se oyen por ahí.
El fenómeno es algo más complejo y diverso, y en él, como sucede siempre, intervienen muchos factores. Y, siendo como es el más importante el hecho de que se comentan los delitos, no es nada de poca importancia la labor de los medios de comunicación y el análisis o la falta de él que todos hagamos.
Nunca como ahora mismo los medios se han disputado la transmisión de la noticia (hay medios y periodistas por todas las esquinas y de todas las tendencias). Como además todo está supeditado al morbo y a la cuenta de resultados, a ver quién se queda atrás en la indagación y publicación de cualquier desvío, por pequeño que este sea. De este modo, lo que ya es negativo en sí se multiplica y se magnifica hasta el hartazgo. Si a ello le sumamos el sesgo escandaloso de algunos medios, el resultado es sencillamente insoportable. Pero cada medio parece tener sus receptores y ahí andan, en lucha continua y en disparate tras disparate. Además, su escudo indestructible, dicen ellos, es el de la libertad de expresión sin cortapisas y las fuentes, que no confiesan nunca, el bulo y la media verdad campan a sus anchas, como el asno de Sancho por los prados de la Mancha.
Pero, con todo, lo que más me interesa siempre es lo que me parece una falta general de análisis del panorama, es decir, de las causas que favorecen la aparición de todo este meremágnun de escándalos políticos y de robos reales. Dos ejemplos que siguen de rabiosa actualidad: a) ¿Por qué no se analiza qué tipo de sociedad era (y es, por desgracia) la que favorecía el hecho de que, en cuanto aparecía un miembro de la familia real, todos (y todas) se rendían sin pudor a lo que deseara el susodicho? ¡Es que, si no remediamos eso, el fenómeno se volverá a repetir!; b) La financiación ilegal del PP, no en un momento de debilidad, sino a lo largo de más de veinte años, invalida toda su trayectoria. Todo ha sido mentira. Han jugado con las cartas marcadas y en desigualdad de condiciones.

¿Qué importa un hecho concreto, por grave que este sea, a la vista de un cuadro panorámico en la que participamos todos? Supongo que las cárceles se van a llenar con tanto chorizo y con tanto ladrón, pero acaso todos tendríamos que ir de vez en cuando de visita, para recordar que han sido nuestra abulia, nuestra flojera mental y nuestra escala de valores, en la que nos parece casi todo normal, las que ha permitido que todo eso y mucho más haya sucedido, siga sucediendo y se repita en el futuro. 

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