lunes, 26 de julio de 2021

ABUELOS

 

 ABUELOS

Como por casualidad, me entero de que hoy es el día dedicado a LOS ABUELOS. Me alegra que el calendario guarde una página para aquellos que han vivido muchos años y que han producido efectos en esa cadena inacabable que es la vida. A mí me sirve también para que se asome a mi conciencia la certeza de que yo también pertenezco a este grupo.

No tuve la suerte de conocer a ninguno de mis abuelos, pero sí la inmensa dicha de contar con dos nietos, que dan continuación a esa cadena de la que formo y todos formamos parte.

Casi todo el mundo reconoce la labor positiva de los abuelos en multitud de facetas de la vida. No estoy tan seguro de que tengan la recompensa que merecen. La biología, la escala de valores en la que nos movemos y la rapidez con la que vivimos todos nos sitúan en un panorama con muchas aristas. La biología es inexorable y nos muestra cada día que tenemos unos límites evidentes y que cada hora nos acerca un poco más al abismo de la muerte. Los valores promocionan a los jóvenes como productores y consumidores con más posibilidades. La publicidad hace otro tanto. El valor de la experiencia, que tan importante ha sido a lo largo de los tiempos, anda ahora de capa caída… En fin, que los abuelos no las tienen todas consigo.

Pero creo que puedo asegurar que todos los abuelos miran hacia atrás, hacia sus hijos y hacia sus nietos, con actitud positiva y amorosa. No soy capaz ni siquiera de imaginar nada en contrario. Las razones pueden ser -y los serán, sin duda- muy diversas; sin embargo, el resultado es siempre el del consejo, el del abrazo y el de la complacencia. Los abuelos y los nietos son los brazos que cierran un círculo vital en el que cabe todo, en el que se resume todo y en el que la vida se complace y se muestra más amable y próxima a la felicidad. Ambos se necesitan y ambos ponen en solfa amorosa la aparente seriedad de la vida hasta convertirla en una suma de momentos en los que rigen otras reglas más inmediatas que no buscan justificación ni recompensas.

Como no hay abuelos sin nietos y los nietos serán algún día abuelos, será bueno compartir la dedicatoria y el día.

Recupero un poema que intenta justificarlo:

JUGANDO CON RUBÉN Y CON EL TIEMPO

Para mi nieto Rubén en su sexto cumpleaños

Y pasarán los años como pasan

esas cosas humildes, cotidianas,

que apenas dejan eco ni nostalgia,

y acaso te verás como yo ahora.

 

Imagina que estamos los dos juntos.

Jugamos a los juegos que tú quieres.

Yo me dejo ganar por que tú ganes.

Tú te sientes feliz y complacido.

Yo me sueño contento y como en brazos

de la felicidad. Nada nos llama,

está todo bien hecho en este mundo.

 

Pero en la otra ocasión de la que te hablo

serás tú quien evoque la nostalgia

al jugar con un niño muy pequeño,

secreto agradecido de tu carne.

Verás como te gana la partida

sin esforzarse mucho. Sin embargo,

tú serás tan feliz como yo ahora

y evocarás también en tu nostalgia

los días del pasado y del futuro

en los que tú has jugado a ser el tiempo.

 

Te escribo este poema porque quiero

saber siempre de ti y apenas puedo

dejarte en el recuerdo estas palabras,

nacidas del cariño. No las pierdas

y que evoquen con fuerza cada año

lo que ya no podré tal vez decirte.

 

El tiempo es como un juego permanente

y yo quiero jugar un largo rato

sintiéndote a mi lado. Que tu risa

ilumine tus juegos y mi tiempo.

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