LAS VOCES Y LOS ECOS
La vida va apagando cualquier
pena
con el paso impreciso de los
días,
le va imponiendo imágenes al
tiempo
y en él va dibujando otras
figuras
sin importarle nada
si estamos en verano o hace
frío.
Duerme la luz más tiempo y la
conciencia
parece que dormita y se
congela,
se apagan los latidos
del reloj que marcaba la
rutina
y tal vez la tristeza
ha inventado al hablar un
nuevo idioma,
hay ambiente de lluvia y con
sus gotas
pone banda sonora en las
aceras.
En esta situación,
me olvido de olvidarme en el
olvido
y vuelvo hacia mí mismo, a
descubrirme
tratando con la imagen que me
sigue
por todas las esquinas.
A veces es pesada, no lo
niego;
pero he de confesaros con
franqueza
que, a pesar de enfadarnos
tantas veces,
me gusta ese fantasma que
siempre va conmigo.
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