PERSPECTIVAS
De nuevo la pandemia aprieta y asusta. Parece que resurge, como lo hacen
las olas en el mar o el viento en días de tormenta. Volvemos a una nueva ola.
No sé ya qué número hace en la serie.
Pero comienza un puente y la realidad sanitaria está ya instalada y asumida
en la rutina. Los viajes y las reservas hoteleras andan por todo lo alto y todo
se fía a las precauciones y a alto grado de vacunación.
Me parece que este hecho de la pandemia ha cambiado en demasía la
perspectiva temporal y ha modificado los límites en los que se venían
sucediendo los hechos.
Hasta ahora, la perspectiva era más amplia y la mirada se alargaba en
plazos más extensos. Cualquier proyecto se cifraba en un futuro al que
mirábamos con cierta seguridad de que nos aguardaba y nos acogía en su seno. De
ese modo, distribuíamos las acciones fiándolas a un plazo de tiempo con el que
contábamos siempre.
Un proyecto de negocio, por ejemplo, se asentaba en cierta confianza en el
futuro y en que las circunstancias no iban a modificarse de manera demasiado notable:
erra como si tuviéramos agarrado el futuro por las riendas y lo tuviéramos
domado. Unos estudios se planificaban y se encaraban mirando a sus
consecuencias y a sus repercusiones personales. La educación de los hijos se
atacaba con la mirada puesta en su bienestar a largo plazo. Las relaciones
familiares se consolidaban en el trato generoso y continuado… El futuro, en
fin, se hacía algo previsible y sujeto a unas normas que parecían seguras y
duraderas.
¿Quién encara, en estos días, un proyecto tan solo con la mirada en “el año
que viene….”? Se nos han enfriado los humores y se nos han helado los
entusiasmos, las certezas se nos han achicado y todo se ha vuelto más voluble y
perecedero, más inmediato e instantáneo. Hasta el proceso de causa y
consecuencia parece que se haya quedado solo en el suceso concreto, que no mira
ni por delante ni por detrás. Por si esto fuera poco, la luz solar se nos
encoge también y en nada ayuda a que los ánimos se alarguen, se estiren y
sientan una nueva primavera. La verdad parece menos verdad y los conceptos,
menos duraderos.
Una cura de humildad que nos golpea y de la que tendremos que aprender que
la provisionalidad nos acecha y nos conforma, que el pensamiento debe andar
receloso y humilde, que la persona no puede hacer demasiados planes, porque
todo se le va de las manos y anda al capricho de alguna fuerza misteriosa que
nos recuerda con frecuencia la pequeñez de todo. También de nosotros mismos.
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