DEL TIEMPO Y SUS MEDIDAS
De pronto, otro paisaje y otra luz.
Otra mirada al cielo de la tarde.
Un cuerpo nuevo que a vivir empieza.
El pasado, que vuelve a la memoria
y ha perdido tal vez la identidad
que adquirió sin saber que, en un momento,
iba a morir dejando su legado
en los brazos del miedo o del olvido.
¿Cómo mirar, entonces, al futuro,
sabiendo que su voz serán cenizas
de un presente que muere en cada instante?
Solo quedan, tal vez, los misteriosos
ecos, que se repiten tercamente,
de esa extraña conciencia que contiene
los gritos y susurros esparcidos
por la infinita faz del universo:
conciencia universal que late y late
prestándonos sus ecos un momento,
con plazo ineludible de caducidad.
1 comentario:
Seguir latiendo, es vocación de vida.
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