EL TIEMPO EN MI TERRAZA
En los meses de
agosto y de setiembre,
mi madre cosía ropa
en la terraza.
Eran sus años
últimos, los años
en los que su
memoria se marchaba
en busca de unos
mundos que se hundían
en el rincón oscuro
de la imaginación.
Del fondo del
paisaje aparecían
fantasmas que, a su
modo, peroraban
confusas melodías:
«Una casa,
que me quitan la
casa que tenía
a la entrada del
pueblo y no me dejan
ni la alcoba y la
cama en que acostarme».
Y de nuevo a la
carga con la casa,
el hogar, que resume
con certeza
todos los viejos sueños
de una vida.
Yo la veía coser y
en las agujas
era como si todo
renaciera
para tejer de nuevo
nueva ropa
con la que remudarnos
los domingos
y volver a los
tiempos en que todo
era ejercicio de supervivencia,
y dignificación de
la pobreza.
Un día se marchó con
las agujas
y los hilos de amor
en el recuerdo.
Hoy la he visto de
nuevo haciendo gancho
y tejiendo el jersey
de la memoria.
De la suya y la mía,
la del tiempo
que crea de nuevo el
mundo y que vincula
el tiempo de la
madre y el del hijo
en un fulgor de luz
y de añoranza.
1 comentario:
Un bonito recuerdo.
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