LA AMISTAD EN LA ÉTICA
De los diez libros de
que consta la Ética a Nicómaco, de Aristóteles, nada menos que tres de
ellos, los tres últimos, están dedicados a la Amistad. Y arranca con la
siguiente sentencia: «La amistad, o es virtud, o está acompañada de virtud. A más
de esto, es una cosa para la vida en todas maneras necesaria, porque ninguno
hay que sin amigos holgase vivir, aunque todos los demás bienes tuviese en
abundancia» Cap. I, Libro VIII. A partir de aquí, desarrolla toda una serie de
cualidades propias de la buena y verdadera amistad.
Muy pronto señala
hasta tres especies de amistad: «amistad honesta, amistad útil y amistad
deleitosa». Y no tarda en calificar las dos últimas como menos excelsas. Esta
es la razón: «Los que aman, pues, por alguna UTILIDAD, por su propio provecho
quieren bien, y los que por DELEITE, por su propio deleite, y no en cuanto uno
es digno de ser amado, sino en cuanto es útil o apacible. De manera que
accidentariamente son estas tales amistades, porque el que es amado no es amado
en cuanto es tal que merezca ser amado, sino en cuanto sacan de él algún
provecho los unos y algún deleite los otros».
La conclusión está
servida: es la amistad honesta la de más alto valor y la más duradera. Y a
resaltarla dedica los siguientes párrafos del capítulo. «La perfecta amistad es
la de los buenos, y de los que son semejantes en virtud, porque estos tales, de
la misma manera que son buenos, se desean el bien los unos a los otros, y son
buenos por sí mismos. Y aquellos son verdaderamente amigos, que a sus amigos
les desean el bien por amor de ellos mismos». Y más adelante: «Tal amistad como
esta (la amistad honesta) es la que dura, porque contiene en sí todas las cosas
que ha de haber en los amigos». Y al final: «Es, pues, la amistad perfecta la
que con el tiempo y con las demás cosas se confirma, y en la cual concurren
todas estas cosas, y en donde a cada uno le procede lo mismo de parte del
amigo, que al otro de parte de él. Lo cual ha de haber en los amigos».
Todo un programa de
vida, que implica virtud, honestidad, generosidad y eliminación de la búsqueda
de cualquier interés personal como objetivo. ¿Será por eso por lo que se dice
que los verdaderos amigos son siempre pocos?
Los proyectos
filosóficos y éticos no siempre han puesto en el vértice de los valores este de
la amistad honesta. Basta volver la vista a la corriente filosófica del Utilitarismo,
por ejemplo, para entender que algunos sistemas de pensamiento parten
precisamente de la utilidad de cualquier acto como motor de la actividad humana,
sin que ello signifique la negación del valor de la honestidad.
Lo menos malo no es
echarse en brazos de cualquier teoría, sino conocer varias, comparar y comprar
la que más satisfaga nuestra mente y nuestros pensamientos.
Desde luego, una de
las que hay que tener en cuenta siempre es esta de Aristóteles. Difícil de
llevar a la práctica seguramente, pero satisfactoria y tal vez definitiva. Al
menos, en los parámetros de nuestras debilidades, para concederle un buen hueco
en nuestro comportamiento, o sea, en nuestra ética, es decir, en nuestro
quehacer diario. Que en eso consiste la ética.
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