lunes, 29 de enero de 2024

PADECER

 PADECER

Otra vez en el juego de palabras, ese milagro que revela en realidad la nada de las cosas y las pone al alcance para que podamos sobrevivir en la admiración.

Que la palabra está llena de limitaciones no es nada nuevo. Pero, a pesar de ello, con ella nos debemos conformar y a ella debemos estar agradecidos por todo lo que nos regala a cambio de tan poco. Nosotros deberíamos conocerla y mimarla un poco más de lo que lo hacemos.

Hoy me paro a mirar desde la ventana cómo corretean por la plaza dos grupos de palabras; como si estuvieran jugando a cualquier deporte. El primer equipo está dirigido por simpatía y el segundo por compasión. Simpatía y compasión.

Ambas proceden del mismo lugar: el verbo latino patior, padecer, sufrir. Una de ellas se apoya en el prefijo griego sin- y la otra en el prefijo latino com-. Ambos prefijos añaden el significado de compañía.

Al equipo de compasión se incorporan compadecer, padecimiento, compasivo, compatible, incompatible, paciente, paciencia, impacientar, pasión, pasional, patíbulo, patético, apático… Un buen equipo, con un banquillo amplio, una familia léxica numerosa.

En el equipo de simpatía se alinean simpático, antipático, simpatizar, simpatizante, simpatético, simpáticamente, simpaticón y poco más. Un equipo menos concurrido.

Lo llamativo del todo es que, siendo el origen el mismo y la composición también, la orientación de sus significados no lo es. La familia léxica de compasión está casi toda ella de luto, sus connotaciones apuntan al sentido negativo, mientras que las de la familia de simpatía apuntan casi todas hacia lo positivo, a levantarnos el ánimo y a situar en el lado bueno todo lo que su significado aporta.

Las desavenencias no están en el origen, sino en el desarrollo de la lengua, que va dando cauce y añadiendo significado connotativo a las palabras. Para poder seguir viviendo, estas tienen que buscarse un lugar y una especialización.

Y ahí las tenemos, como si fueran a disputar un clásico de fútbol; sin darse cuenta de que se han formado todas en la misma cantera.

Sería jugar con ventaja comportarse como aficionado o forofo de las de aspiración positiva. Sobre todo, si tuviéramos en cuenta que el tal patior latino implica un padecimiento que se concreta en mover el sentimiento, en ponerse a sentir y a actuar, tanto para lo bueno como para lo malo.

Así que dejémoslas jugar y que gane el mejor equipo. Tal vez empaten o hasta se den cuenta de que, en un juego de equipos, para que uno gane tiene que haber otro que pierda.

Lo importante es participar, jugar, padecer, que nos duela la vida y que nada nos resulte ajeno, que no seamos pastueños ni nos durmamos en la complacencia, que no demos nada por sentado y que nos preguntemos todo, que padezcamos la epidemia de la curiosidad. Porque, cuando se padece el mal de la curiosidad, es mejor no buscar cura, porque no la tiene.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Sencillamente me ha encantado este juego de palabras.