Algunas
ocupaciones me tienen atascado y me roban demasiado tiempo. La principal de
ellas es la de la lectura y calificación de los trabajos presentados a un
premio literario. Pero no quiero dejar de reseñar -aunque sea de manera
telegráfica- algunos hechos de los últimos días.
1.-
El sábado de la semana anterior tuvimos una lectura de poemas en Candelario.
Leí mis poemas junto con Pedro Ojeda, que hizo otro tanto con algunos de sus
relatos breves. Me dejaron complacido varias observaciones: el estupendo lugar
que han acondicionado para estos hechos, la dedicación del ayuntamiento a este
tipo de actividades, la asistencia numerosa de la gente, su silencio y
atención. Terminé muy contento con el resultado global. Bravo por la gente de
Candelario. Cómo echo de menos algo parecido y en las dimensiones
correspondientes en Béjar.
2.-
Ayer mismo cumplí la invitación para dar una larga clase-charla (hora y media)
en la Universidad de la Experiencia (volveré la próxima semana). Es actividad
que conozco y que repito de vez en cuando. También me llena de satisfacción
comprobar la atención que prestan los alumnos, ávidos de que les cuentes cosas,
por más que se decepcionen cuando se les explica alguna costumbre que se basa
en datos que no existen y que de lo que se hace a la verdad hay un gran trecho.
Para muchos bejaranos, la dedicatoria del Quijote, por ejemplo -con el nombre
de la ciudad en sus líneas- resulta casi un timbre de gloria. Cuando se
reflexiona y se llega a la conclusión de que no es nada seguro -más bien es
seguro lo contrario- que Cervantes escribiera la tal dedicatoria, las caras
cambian y parece como si se hubiera roto algún maleficio. La semana próxima los
desanimaré con la verdad de los hombres de musgo. Qué le vamos a hacer: hay lo
que hay y conviene engañarse sabiendo que nos estamos engañando. Pero, por lo
demás, resulta muy satisfactorio el ambiente en general.
3.-Leo
muchos trabajos presentados a un concurso literario del que soy jurado. Hay
ocasiones en las que te encuentras con aportaciones que, desde la primera
página, te invitan a dejar la lectura y a desestimarlos. No es el caso que me
ocupa. Es verdad que algún gazapo se cuela, pero casi todos superan el nivel
del aseo formal y de la presentación cohesionada y muchas veces ingeniosa del
contenido. Todo ello dificulta la selección y la adjudicación de los premios,
pero engrasa y anima la lectura. A pesar de todo el tiempo que ocupa. Cuánto
aspirante para tan poca recompensa. Sigo pensando que ahora mismo en España es
cuando se produce más literatura, de la buena y de la mala. Y qué difícil es
desestimar a todos para quedarse con uno o dos. Los premiados hacen olvidar a
todos los demás aspirantes, pero no se puede uno olvidar de que hay otro buen ramillete de concursantes
que podían perfectamente estar en la tarima de las medallas. El reconocimiento
y el olvido son hermanos. Que al menos actúe la mejor voluntad al separarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario