Hace
tan solo unos días que ha fallecido el poeta y crítico literario Carlos Bousoño. A él le
debo muchas cosas. En algún momento decidí adentrarme en el conocimiento y en
el comentario de sus obras de creación. Dediqué a ello casi un año de actividad.
Y escribí varios cientos de páginas, que deberían convertirse en un trabajo
académico de tesis doctoral. Azares diversos determinaran que todo quedara al
final en un camino que olía la meta pero que no la alcanzó.
Después,
alguna pifia electrónica de mi ordenador y mis escasas habilidades con el
entonces incipiente mundo de la informática hicieron que una buena parte de lo
desarrollado se perdiera en las entrañas de los sistemas binarios. Da igual
desde la perspectiva de los años pasados. Por ahí quedan los restos de varios
centenares de páginas de análisis y de comentario, que acaso tengan salida y
luz en algún momento, y el recuerdo de un crítico agudo y sabio, y de un
creador que me deja algo frío en la lectura pero que, en todo caso, busca un
lugar entre los mejores de la segunda mitad del siglo veinte. Subida al amor; Primavera de la muerte;
Noche del sentid;, Invasión de la realidad; Oda en la ceniza; Las monedas
contra la losa; Metáfora del desafuero; El ojo de la aguja; Canto de la
salvación; El martillo en el yunque… son obras en las que el asturiano
deshoja toda una visión humana, mezcla de elementos religiosos y de realidad
sensitiva.
Copio,
como homenaje, la primera parte del poema SALVACIÓN
EN LA PALABRA, dedicado a Jorge Guillén, de su obra ODA EN LA CENIZA (1967):
“Dejad
que la palabra haga su presa lóbrega,
se
encarnice en la horrenda miseria
primaveral,
hoce el destino, cual negra teología
corrupta.
Súbitas, algunas formas
mortales,
dentro
del soplo de aire
permanente
e invicto.
la
palabra del hombre, honradamente
pronunciada,
es hermosa, aunque oscura,
es
clara, aunque aprisione
el
terror venidero.
Hagamos
entre todos la palabra
grácil
y fugitiva que salve del consuelo.
…Como
burbuja leve la palabra
se
alza en la noche, y permanece
cual
una estrella fija entre las sombras”.
Dentro
del siempre minoritario mundo de la creación poética, Bousoño ha ejercido
magisterio en muchos de los creadores posteriores. Otro tanto ha ocurrido -creo
que en mayor cantidad- en el mundo de la crítica literaria. Ya no estoy tan
seguro de que hoy y en el futuro su suerte corra por el mismo sendero. Ojalá me
equivoque porque su sapiencia se merece mejores resultados.
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