viernes, 10 de junio de 2016

EL PRETEXTO DE LA EUROCOPA


Desde hoy y durante dos o tres semanas (no conozco el calendario ni me interesa demasiado) se desarrolla en Francia el Campeonato de Europa de fútbol. Un acontecimiento de esta dimensión ofrece múltiples variantes para la consideración: deportivas, sociales, económicas, de comunicación física y humana, de relación entre culturas… Seguramente representa, en términos futbolísticos, el acontecimiento de mayor nivel, pues en él compiten las mejores selecciones mundiales, salvo algún caso como Brasil o Argentina. Supongo que, exceptuando  olimpiadas, será el espectáculo más seguido…
Solo me cabe en este formato el apunte de una consideración y a ella voy. Cuentan que la selección española está recluida en un lugar vigilado por tierra, mar y aire. También aseguran que el barrio en el que hoy se inaugura la competición está tomado por las fuerzas de seguridad, con miles de agentes vigilando cualquier movimiento especial o sospechoso. Los establecimientos comerciales del lugar, que seguramente pensaban hacer su propio campeonato de ventas, se quejan de tanta vigilancia y de que los posibles clientes se asustan y no acuden como ellos desearían.
En una escala de valores racional, la seguridad ocupa un lugar destacado siempre, pues no es posible el desarrollo normal de ninguna actividad sin un nivel de confianza suficiente. Pero es que sobrepasar ese nivel conduce a la psicosis y a la desconfianza, a la inquietud y al desasosiego. ¿Dónde está el justo medio en el que colocar la línea de la seguridad y de la libertad?
Falta, sin embargo, la pregunta de más alcance. Tal vez se podría formular así: ¿Qué tipo de sociedad es esta que hemos creado en la que necesitamos tal derroche de fuerzas para poder garantizar la simple seguridad de las personas? ¿A qué cantidad y calidad de factores obedece todo este despliegue? Por la parte que me toque, yo me siento avergonzado por pertenecer a una sociedad que necesita tal cantidad de elementos preventivos para intentar asegurar simplemente la supervivencia. Y no echaré más culpas a los que despliegan las fuerzas de seguridad que a los que presumiblemente podrían colocar bombas o alterar el orden: no se me ocurre tal cosa. Sí reivindico la necesidad de pensar en las causas que comportan estas desagradables consecuencias. En este horizonte que se abre, aparecen nubes que traen tormentas de desigualdades sociales, de carencias de educación, de estragos que causan las religiones, o al menos ciertas interpretaciones de preceptos religiosos en religiones monoteístas; de falta de intercambios culturales, de…
La vieja Europa se echa a rodar detrás de un balón (también mira tú qué empeño en meter la pelota dentro de una portería, si siempre se saca de ella para empezar de nuevo las patadas y los empujones). Al fin y al cabo, otro espectáculo como aquel del circo en Roma. No todo el mundo se divierte de la misma manera. Ojalá aquí los gladiadores no terminen como los de hace dos mil años (que esto no es más que un juego, y para que uno gane otro tiene que perder: no hay más cuentas: es así de sencillo), ni las fieras rujan tanto ni afilen los dientes en busca de carne humana. Ni los de dentro de los campos, ni los dogmatizados talibanes de fuera.

Ah, vale, y que gane España. Pero si pierde (pierden todos, gana solo uno), aquí paz y después gloria. Que más se perdió en Cuba y la gente iba a los toros igual.

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