miércoles, 4 de abril de 2018

JUEGO DE TRONOS



En medio de la alegría que me supone el hecho de pasar unos días con mis nietos, me entero de las diferencias entre la reina Leticia y la reina Sofía, por un quítame allá esas fotos con los nietos de la reina madre.
A mí me interesa muy poco el asunto si se trata de interpretar qué puede ser un desplante o no entre componentes de la casa real. Los protocolos me la sudan. Directamente. Por otra parte, el asunto de la monarquía no tiene un solo pase intelectual, así que mejor será no menearlo para no sonrojarse. Sí me atrevo a asegurar que, si alguien en esa familia merece más compasión y reconocimiento por todo lo que ha pasado y sigue pasando, es precisamente la reina Sofía. Me parece que está cien pasos por encima de esta advenediza llamada Leticia, a la que tanto ha ayudado y que ahora parece pagarle con moneda de traición. Qué cosas hay que ver. Váyase directamente la señora reina a la basura y dejen la imagen de la reina madre, si es que hay que seguir cargando con alguna en estos tiempos modernos. Flaco favor le hace esta tal Leticia a la causa monárquica, si es que le queda alguno.
Me importa el asunto mucho más por otra razón. Es la que se manifiesta cuando un padre o una madre anteponen su autoridad a la de los abuelos ante los hijos o nietos. Y, para ello, tanto me da que se trate de reyes, como de nobles o de villanos. Lo he escrito alguna vez más. No se trata de quitar razones a los padres, sino de compartirlas con los abuelos y con las demás personas de la comunidad. Procuro ser exquisito a la hora de respetar las decisiones que toman mis hijos con mis nietos. Sé que no es muy bueno que los niños vean opiniones demasiado diferentes ante un hecho, aunque la vida es diversa, las personas también y todos tienen y tenemos derecho a opinar. Pero intento imaginarme que a mí me negaran hacerme fotos con mis nietos y ya me estoy poniendo de malo humor. Lo repetiré una vez más. Los hijos son hijos de sus padres, pero también son nietos de sus abuelos, sobrinos de sus tíos, amigos de sus amigos, primos de sus primos…, y así hasta completar la suma de la tribu, ese conglomerado en el que todos tenemos que crecer y con cuyo concurso somos educados. Yo no niego la primacía de los padres en los derechos y deberes; sí reivindico la parte que corresponde a todos los demás. Y quiero hacerlo desde la razón y los argumentos. Si lo hago solo desde los sentimientos y particularizo, entonces me pongo nervioso y mi golpe en la mesa es mucho más fuerte.
¿Que una madre niegue que una abuela se haga fotos con sus nietos? ¿Pero quién se ha creído esta tal Leticia que es? No sé cuántos partidarios quedan por ahí del sistema monárquico. Esta señora parece la encargada de hacerlos desaparecer.

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