En medio de la alegría que me supone el hecho
de pasar unos días con mis nietos, me entero de las diferencias entre la reina
Leticia y la reina Sofía, por un quítame allá esas fotos con los nietos de la
reina madre.
A mí me interesa muy poco el asunto si se trata
de interpretar qué puede ser un desplante o no entre componentes de la casa
real. Los protocolos me la sudan. Directamente. Por otra parte, el asunto de la
monarquía no tiene un solo pase intelectual, así que mejor será no menearlo
para no sonrojarse. Sí me atrevo a asegurar que, si alguien en esa familia
merece más compasión y reconocimiento por todo lo que ha pasado y sigue pasando,
es precisamente la reina Sofía. Me parece que está cien pasos por encima de
esta advenediza llamada Leticia, a la que tanto ha ayudado y que ahora parece
pagarle con moneda de traición. Qué cosas hay que ver. Váyase directamente la
señora reina a la basura y dejen la imagen de la reina madre, si es que hay que
seguir cargando con alguna en estos tiempos modernos. Flaco favor le hace esta
tal Leticia a la causa monárquica, si es que le queda alguno.
Me importa el asunto mucho más por otra razón.
Es la que se manifiesta cuando un padre o una madre anteponen su autoridad a la
de los abuelos ante los hijos o nietos. Y, para ello, tanto me da que se trate
de reyes, como de nobles o de villanos. Lo he escrito alguna vez más. No se
trata de quitar razones a los padres, sino de compartirlas con los abuelos y
con las demás personas de la comunidad. Procuro ser exquisito a la hora de
respetar las decisiones que toman mis hijos con mis nietos. Sé que no es muy
bueno que los niños vean opiniones demasiado diferentes ante un hecho, aunque
la vida es diversa, las personas también y todos tienen y tenemos derecho a
opinar. Pero intento imaginarme que a mí me negaran hacerme fotos con mis
nietos y ya me estoy poniendo de malo humor. Lo repetiré una vez más. Los hijos
son hijos de sus padres, pero también son nietos de sus abuelos, sobrinos de
sus tíos, amigos de sus amigos, primos de sus primos…, y así hasta completar la
suma de la tribu, ese conglomerado en el que todos tenemos que crecer y con
cuyo concurso somos educados. Yo no niego la primacía de los padres en los
derechos y deberes; sí reivindico la parte que corresponde a todos los demás. Y
quiero hacerlo desde la razón y los argumentos. Si lo hago solo desde los
sentimientos y particularizo, entonces me pongo nervioso y mi golpe en la mesa
es mucho más fuerte.
¿Que una madre niegue que una abuela se haga
fotos con sus nietos? ¿Pero quién se ha creído esta tal Leticia que es? No sé
cuántos partidarios quedan por ahí del sistema monárquico. Esta señora parece
la encargada de hacerlos desaparecer.
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