VÁMONOS
HACIA EL VIENTO
(En el
día de la jubilación de Nena)
Después de tantas horas agitadas,
llega el tiempo feliz de las cerezas.
¡El tiempo, viejo idioma conjugado
por cuerpos y más cuerpos que se amaron!
Dame la mano, ven y paseemos.
Observa el horizonte y la mañana.
Todo nos pertenece, somos todo
lo que a nuestro mirar se nos regala.
Y vemos cosas juntos, y sonreímos.
Hay rastros que gravitan y se mueven
en otros cuerpos nuevos:
Rubén, Sara, Juan Pablo, Miguel Ángel,
Merce, nuestros amigos, la familia.
Los miramos y estamos complacidos.
Vemos también las huellas que el pasado
ha dejado en nosotros: nuestros padres
y todos los que, amantes, se fundieron
en cuerpos y más cuerpos en el tiempo.
Nos dejamos llevar por la nostalgia
y llamamos a todos para darles
un abrazo de amor en el recuerdo.
Y nos quedamos tú y yo solos en el tiempo,
mirándonos de frente y satisfechos
por ser el resultado de un encuentro
que sucedió al azar, como sucede
todo lo que produce el universo.
¿Ves qué suerte tenemos
de ser primero nada y luego todo,
de haber parado el tiempo
para ser lo que somos?
Vámonos hacia el viento,
merendemos la tarde y que la noche
nos alcance tranquilos, satisfechos.
Después iremos juntos al recuerdo
de otros que han de venir.
Que ellos nos guarden
en la cadena eterna del tiempo y del espacio.
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