Me esmero siempre en sugerir que,
en la medida en que se pueda y se domine la historia de nuestras palabras, se
parta siempre de la etimología para entender el significado exacto de cada una
de ellas. Después tendremos tiempo de entender todos los añadidos que la
historia particular les ha ido sumando hasta dar con el uso actual.
CATAR tiene su origen en el verbo
latino catare. Todavía en los
primeros vagidos del español, Mio Cid “de los sos ojos tan fuerte mientre lorando,
/ tornaba la cabeça y estábalos catando”. De él conservamos todavía catalejo y alguna otra palabra más. Su
significado originario tiene que ver con mirar con atención, observar,
descubrir. Todavía hoy, en su segunda acepción, el diccionario de la RAE lo
define como “aceptar con sumisión una autoridad o unas normas legales, una
orden, etc.
Mira tú por dónde, resulta que
hoy nuestros padres de la patria tenían que acatar la constitución como
requisito previo para que eche a andar la legislatura. Y el follón que se ha
montado ha sido de taberna para abajo. ¡Y son los legisladores! Unos prometían,
otros juraban, muchos acataban por imperativo legal, aquellos lo hacían por
España, estos por el 1 de octubre, los de más allá por la justicia social… En
fin, todo un inventario de fórmulas que parecían más bien un catálogo de
ventas. Yo a ratos me divertía y a ratos me enfadaba y hasta me ponía de mal
humor. Que un buen grupo de representantes intente bordear la fórmula de
respeto a la constitución (y a mi entender alguno lo ha traspasado) me parece
un retrato vergonzoso de cómo bajan las aguas en esta piel de toro.
De entre todas esas fórmulas
extravagantes, a mí me llama la atención el hecho de que tanta gente utilice el
formato de “por imperativo legal”. ¿Pero es que se puede hacer por otra razón?
¿No hay algún bachiller en humanidades que les enseñe qué es un pleonasmo? ¿Por
qué enseñan tanto sus vergüenzas? Y encima lo hacen sacando pecho.
Pues claro que hay que hacerlo
por imperativo legal, porque lo exige la ley que ellos mismos han aprobado y
porque la ley es el elemento común que tienen que aceptar ellos y todos
nosotros para que la convivencia no se venga abajo y mantenga unos mínimos. Las
leyes se acatan aunque no se compartan. Para eso está el legislativo, para modificar
todo aquello en lo que no se esté de acuerdo. Mientras tanto, se respetan y se
acatan. Por imperativo legal, claro que sí. Después vienen las opiniones
personales y hasta el sursum corda, pero las opiniones no deberían ser
confundidas con lo que nos obliga a todos, que es la ley.
Así que acatan por imperativo
legal. Claro, y yo tengo que declarar a Hacienda también por imperativo legal,
y aguantar a muchos de ellos también por imperativo legal.
Por lo demás, si este es el ambiente que va a reinar
en las Cortes en los próximos meses o años, habrá que encomendarse a
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