martes, 21 de mayo de 2019

ACATAR


Me esmero siempre en sugerir que, en la medida en que se pueda y se domine la historia de nuestras palabras, se parta siempre de la etimología para entender el significado exacto de cada una de ellas. Después tendremos tiempo de entender todos los añadidos que la historia particular les ha ido sumando hasta dar con el uso actual.
CATAR tiene su origen en el verbo latino catare. Todavía en los primeros vagidos del español, Mio Cid “de los sos ojos tan fuerte mientre lorando, / tornaba la cabeça y estábalos catando”. De él conservamos todavía catalejo y alguna otra palabra más. Su significado originario tiene que ver con mirar con atención, observar, descubrir. Todavía hoy, en su segunda acepción, el diccionario de la RAE lo define como “aceptar con sumisión una autoridad o unas normas legales, una orden, etc.
Mira tú por dónde, resulta que hoy nuestros padres de la patria tenían que acatar la constitución como requisito previo para que eche a andar la legislatura. Y el follón que se ha montado ha sido de taberna para abajo. ¡Y son los legisladores! Unos prometían, otros juraban, muchos acataban por imperativo legal, aquellos lo hacían por España, estos por el 1 de octubre, los de más allá por la justicia social… En fin, todo un inventario de fórmulas que parecían más bien un catálogo de ventas. Yo a ratos me divertía y a ratos me enfadaba y hasta me ponía de mal humor. Que un buen grupo de representantes intente bordear la fórmula de respeto a la constitución (y a mi entender alguno lo ha traspasado) me parece un retrato vergonzoso de cómo bajan las aguas en esta piel de toro.
De entre todas esas fórmulas extravagantes, a mí me llama la atención el hecho de que tanta gente utilice el formato de “por imperativo legal”. ¿Pero es que se puede hacer por otra razón? ¿No hay algún bachiller en humanidades que les enseñe qué es un pleonasmo? ¿Por qué enseñan tanto sus vergüenzas? Y encima lo hacen sacando pecho.
Pues claro que hay que hacerlo por imperativo legal, porque lo exige la ley que ellos mismos han aprobado y porque la ley es el elemento común que tienen que aceptar ellos y todos nosotros para que la convivencia no se venga abajo y mantenga unos mínimos. Las leyes se acatan aunque no se compartan. Para eso está el legislativo, para modificar todo aquello en lo que no se esté de acuerdo. Mientras tanto, se respetan y se acatan. Por imperativo legal, claro que sí. Después vienen las opiniones personales y hasta el sursum corda, pero las opiniones no deberían ser confundidas con lo que nos obliga a todos, que es la ley.
Así que acatan por imperativo legal. Claro, y yo tengo que declarar a Hacienda también por imperativo legal, y aguantar a muchos de ellos también por imperativo legal.
Por lo demás, si este es el ambiente que va a reinar en las Cortes en los próximos meses o años, habrá que encomendarse a 

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