viernes, 3 de mayo de 2019

¿QUIÉN HA GANADO LAS ELECCIONES?



A veces siento casi literalmente el vértigo de los días, de esos días que se arremolinan y que se pegan por sacar la cresta y mantenerse en la memoria un poco más de tiempo y apenas lo consiguen pues son pisados por la losa general del tiempo, que apenas sabe de medidas ni de escalas.
Se me ha ido una semana de entre las manos sin poner los dedos en las teclas, atendiendo a otras cosas que también son pasto del tiempo.
Desde el domingo pasado parece que se ha creado el mundo y se ha celebrado el juicio final, con su apocalipsis incluido, dos o tres veces. Se celebraron elecciones y ya se han analizado los resultados con caídas en tierra y brazos levantados por todas partes. Y ya, ahí, a la vuelta de la esquina, otros nuevos comicios para dentro tan solo de tres semanas. A mí, además, en el nivel personal, me han sucedido otro manojo de acontecimientos, que me guardo, pero que me dan aún mejor la medida de ese paso del tiempo.
Como me interesa la cosa pública -y la res pública, o sea, la república-, echaré otra vez mi cuarto a espadas, ese cuarto a espadas que tan solo me sirve para matar el gusanillo y para repasar de vez en cuando.
No tengo nada claro que el panorama se haya clarificado. Es evidente que el PSOE ha ganado y que el PP se ha golpeado contra el suelo. Como mis ideas son las que son, no debería negar que esto me alegra (quiero decir lo del PSOE), pero sin echar las campanas al vuelo y sin regodearse, porque a mí no me gusta ninguna derrota en nadie ni me complacen los descalabros ni hacer leña del árbol caído. Es verdad que, con la deriva que habían tomado las cosas (corrupciones, manifestaciones…), esto es lo menos que pide la lógica que suceda. Pero creo que hay mucho más.
En el nuevo Parlamento vamos a tener grupos parlamentarios para dar y tomar. No sé muy bien cómo se va a manejar todo esto y si no se convertirá en un fárrago de intervenciones. Los pactos van a estar a la orden del día, pero con el mismo peligro que acabo de apuntar; y todo tiene bondad o maldad según el límite que pongamos a las cosas y el uso que hagamos de todo ello.
Hay algo, desde mi observación, que posee mayor alcance. Se trata de los resultados que los partidos de derecha no nacionalista han alcanzado en el País Vasco y en Cataluña; prácticamente han desaparecido y su lugar lo han ocupado los partidos similares nacionalistas e independentistas. ¿Cómo se puede articular así un territorio? ¿A quién hay que meterle en la cabeza que, sin un territorio articulado y definido, no hay forma de pensar en ninguna articulación legal estable y permanente? Poco importa la que sea, pero repito: SIN UNA ARTICULACIÓN TERRITORIAL, NO HAY MANERA DE ESTABLECER UN CÓDIGO LEGAL COMÚN. EL ASUNTO TERRITORIAL ES PREVIO. ¿Es tan difícil de entender esto? Lo que de ahí se deduce, si tuviera razón, es una lluvia de conflictos, de enfados, de divisiones y hasta de odios entre territorios. El panorama general es el de un país fallido y aspirante siempre a un desafío continuo.
¿Qué podemos hacer para matarnos a abrazos y a aspiraciones comunes en lugar de buscar siempre la diferencia y la desigualdad, el esto para mí y lo de los demás que se lo busquen ellos?
De todas las historias de la Historia…
Me complace que la mayoría de votos apunte hacia lo que considero progreso y menos desigualdad, claro. Me disgusta lo que veo cuando levanto la vista y miro el campo, que más que un mar de trigos bailando al viento me parece un mar con escuadras dispuestas para no sé qué clase de batallas.
Será tal vez mi estado anímico. Será eso.

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