Los dispositivos electrónicos nos
mantienen a todos en el mismo aprisco aunque andemos a muchos kilómetros de
distancia. Todo está globalizado, pero acaso un poco más la comunicación. Así
que, a pesar de que estaba caminando por las laderas de las sierras que se
inclinan hasta dormir en Plasencia, enseguida tuve conocimiento del resultado
de las elecciones en todos los sitios, también en Béjar. Yo ya había ejercido
mi deber y mi derecho por correo y aguardaba los resultados de unos vientos que
me parecía que soplaban bastante favorables para el PSOE.
Así que el lunes ya sabíamos que
en Béjar los resultados eran estos: PP ocho concejales; PSOE seis; TAB 2; y
Ciudadanos 1. Y, a partir de ahí, a hacer conjeturas. Mi primera impresión fue
la de que el equipo de gobierno repetiría, con la inclusión del concejal de
Ciudadanos. A la vuelta ya me contaron cosas diferentes, y ahora parece que
todo está en espera de la decisión final que tome la concejala de Ciudadanos.
Los datos han de ser siempre
descritos y después interpretados. No partir de ellos creo que es engañarse y
engañar; de modo que nadie debe olvidarlos, porque corre el peligro de
confundir el deseo personal con los deseos, las opiniones y los derechos de los
demás. Por tanto, y siempre desde la descripción, se me ocurre alguna
consideración, que ya pasa de los datos a la opinión.
En primer lugar, habrá que
reconocer que el PP ha sido el partido más votado. A mí no me gusta, pero ese
es el resultado. Es verdad que ha perdido votos y concejales, pero ahí sigue
encaramado en la primera posición. Lo más sensato creo que será analizar las
causas, en el PP y en los demás partidos. En esta ciudad estrecha nadie ha
votado de palabra al PP, pero los recuentos dan lo que dan en las elecciones. Y
no ocurre esto una sola vez.
El PSOE ha doblado el número de concejales.
He oído decir a alguno de sus representantes que eso es ganar. Yo, que quiero
que eso suceda, cuando he oído esta afirmación, me he dado la vuelta y he
disimulado. Es verdad que la subida siempre deja un buen sabor de boca, pero,
en democracia, ganar es cuestión de sumas y de restas, y, sobre todo, de posibilidad
de gobernar. Y una pequeña ciudad que ha sido industrial y obrera tantos siglos
no se entiende que sea durante tantas legislaturas feudo de la derecha.
Corresponde analizar con humildad y serenidad. Las razones para ganar o perder
son siempre muchas y ni la derrota ni la victoria deben ser tomadas como algo
absoluto ni atribuirlas a un solo factor. Torres más altas se han derribado o
han sido erigidas siempre; así que tranquilidad, pero sin engaños. Había muchos
vientos favorables para que ganara la izquierda: elecciones generales,
feminismo, cansancio… ; algo ha debido desviar las ráfagas hacia otro sitio. En
todo caso, las ideas siguen estando ahí para ser analizadas y propuestas a la
gente; después es la gente la que decide. Y la vida sigue.
Conozco de primera mano el
surgimiento de TAB. La realidad se impone y no parece (desde el más absoluto
respeto a las intenciones de cada uno) que tenga demasiado futuro. A mí me
gustaría que, desde la cordialidad y la serenidad, todo volviera a su curso y
al acuerdo con el PSOE. Van ya dos legislaturas en las que, si se hubieran
sumado las fuerzas, acaso el gobierno de esta ciudad hubiera sido otro. Tengo
la sospecha de que no mereció la pena. Pero es solo mi opinión, que puede estar
equivocada, aunque me baso en los resultados para emitirla. Habrá que dar
tiempo al tiempo.
Todo pende de la decisión de la
representante de Ciudadanos para la formación de equipo de gobierno. Desconozco
cuál puede ser su decisión, y, a la vista de otros antecedentes, supongo que no
les resultará fácil la decisión de apoyar a unos o a otros. No es poca su
responsabilidad. Que acierten.
En cualquier caso, habrá
negociaciones. Deseo que se trate de negociaciones y no de mercadeo ni de
exigencias imposibles. Primero la voluntad de los ciudadanos expresada en las
urnas; después los principios ideológicos; por fin los repartos de funciones.
Ser generoso siempre ayuda a dormir mejor; regatear insidiosamente y olvidar
los principios tiene que dejar un muy mal sabor de boca; quedarse en el yo y no
abrir la mirada pensando en la ciudad nos lleva de nuevo a aquello de
vencedores y vencidos. Y, en una comunidad, no deberíamos ver ni vencedores ni
vencidos, sino confrontación serena de ideas y deseos comunes de que todo vaya
un poquito mejor a todos. Ganar tal vez no sea tan importante como qué es lo
que gana y, sobre todo para qué gana.
Porque el tiempo pasa, que es lo
que siempre pasa. Y luego…
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