lunes, 6 de mayo de 2019

CONTEMPLACIÓN



Con mucha frecuencia doy vueltas y rumio aquella idea formulada por Ortega: Yo soy yo y mis circunstancias, cada vez me atrevo más a dar un paso adelante afirmando que, en realidad, yo soy mis circunstancias. Suscribo que algo de opinión y de fuerzas le pueden quedar a uno como para modificar algo las circunstancias que conforman un presente y un acto, pero es que enseguida me observo en unas nuevas circunstancias, que me moldean y no sé si no me definen también. Bueno, algo es algo si puedo moldear el paso de una circunstancia a otra; pero confieso que no sé concretar y cada vez me veo menos protagonista de mí mismo.
El caso es que sigo con la ilusión del primer diente en lo que a aprender y a aprehender se refiere, creo que mantengo cierto grado de curiosidad, y sé que eso me mantiene vivo y activo.
Esta actividad produce ciertas cosas, como las produce en cada una de las personas. Como decía la canción de Serrat, y cada uno a lo que hay que hacer. Tú enciende el mar, tú
Me dio por pensar esta tarde cuál de todas las artes sería la más humana y la más atractiva. Y se me fue la imaginación a la pintura, a la escultura, a la música, a la literatura. Y me parecieron todas positivas, dignas y páginas hermosas del libro de la belleza. Pero terminé mirando y dejando ir la vista hacia el horizonte y hacia lo alto de la tierra y del cielo. Y descendí con ella hasta el río y el valle, hasta la geografía humana y urbana. Y me sumergí en el verde y en el amarillo esplendentes del mes de mayo. Y ya no supe qué más hacer con la mirada, salvo dejarla sola como un potrillo por los prados. Y pensé si no sería la más humana de las artes la de la contemplación.
No sé, tal vez es que sea mayo y la naturaleza es más naturaleza. Tal vez.

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