lunes, 4 de abril de 2022

FILOSOFÍAS

FILOSOFÍAS

       Entre crisis y crisis, guerra y guerra, huelga y huelga, curva y curva de la dichosa pandemia, se nos van colando, como de contrabando, proyectos y leyes de educación. La última se llama la LOMLOE, que áteme esta mosca por el rabo y échele usted narices para descifrar estas siglas.

       Ya he dicho en muchas ocasiones que a mí sí me parece importante que las fuerzas políticas y sociales se dejen sus mejores esfuerzos y enfrentamientos mentales en componer una ley que recoja los principios esenciales para educar a las generaciones más jóvenes de un país: nos va demasiado en ello. Todo sin dejar de aspirar a que alguna de estas leyes termine durando el tiempo necesario para que todos sepamos a qué atenernos.

       Cuando en estas leyes se describen los currículos, siempre se discute acerca de la inclusión o eliminación de algunas asignaturas. Todas no caben, para empezar, y hay que jerarquizar y elegir.

       Si nos fijamos, siempre se anda a vueltas con el asunto de la religión y de la ética. No me extraña en absoluto que así sea: hay tantos intereses de todo tipo detrás… Pero hoy no toca. Això avui no toca, que diría el otro. Hoy toca el asunto de la filosofía.

       Pues resulta que, en la última ley, se elimina su estudio en la ESO; pero se ofrecerá en los dos cursos de bachillerato. Claro que ofrecerla no es lo mismo que elegirla, ni que, por tanto, enseñarla.

       Filosofía viene a ser un cuerpo de doctrina que nos enseña a pensar, y, con esa enseñanza, nos incita a profesar la curiosidad en busca de las ideas esenciales que rigen nuestra vida. A esta noble tarea han prestado sus mejores esfuerzos muchos de los mejores pensadores de la Historia. Ahí Platón, Sócrates, san Agustín, Descartes, Hume, Kant, Marx, Hegel, Schopenhauer, Ortega, Unamuno… Y así una lista interminable de cabezas pensantes.

       Las escuelas en las que se les ha encuadrado, para su mejor conocimiento, también son muy diversas. Platonismo, cínicos, epicureísmo, estoicismo, racionalismo, empirismo, idealismo, utilitarismo, marxismo…

       En los tiempos más modernos, ha aparecido una nueva escuela filosófica que, al menos en España, está teniendo un éxito muy grande. Su nombre procede del mote que a un señor que entrena a un equipo de fútbol debieron de ponerle los muchachos de su barrio cuando era un niño, supongo: El cholismo. Ahora resulta que hay filósofos que son elevados a la categoría de tales con otra clase muy distinta y sencilla de saber y de razonar.

       Entramos en una semana de partidos de fútbol de champions. Uno de los equipos españoles que participa en ella es el Atlético de Madrid. Pues bien, este equipo posee un entrenador que aplica una filosofía que resulta ser todo un descubrimiento. Se resume en la frase paradigmática que reza así: «Partido a partido», y que consiste (milagro entre todos los milagros) en pensar sobre todo en ganar el partido que primero aparece en el calendario. Su recompensa es la admiración de casi todo el mundo, el placer de ser referente para casi toda la comunidad y el resultado de ganar más dinero que ningún otro entrenador en el mundo mundial. No es moco de pavo. Ríanse ustedes de los esfuerzos y de las mentes de los filósofos antes citados y no se echen a llorar, por favor.

       En realidad, yo pensaba que eso de dedicar uno la concentración y el esfuerzo a lo que anda haciendo era algo que ya practicaba la gente; sobre todo los que tienen más necesidades perentorias y no se pueden permitir el lujo de planificar demasiado las cosas. Léase, por ejemplo, un desempleado que busca trabajo; o una persona que apenas llega a fin de mes; o simplemente cualquiera que ande poniendo ladrillos en una pared. Yo pensaba que también estos jugaban partido a partido, tratando de ir salvando el tipo como podían. Parece que estaba equivocado. Es que pienso unas bobadas… Resultarían, si no, filósofos de nueva escuela también; con la diferencia, claro, de no ganar más que cuatro perras.

       Y es que hay muchas clases de filosofía, las que se reducen o eliminan de las enseñanzas de nuestros jóvenes, y las que dicen practicar unas gentes preclaras e ilustrísimas, que imparten enseñanzas como si descubrieran el Mediterráneo cada mañana.

       No le echo la culpa al citado entrenador, sino a los periodistas, que son los que elevan a categoría lo que no es más que banalidad y detalle, pequeñez y lógica de Perogrullo. Y así andamos, con esta escala de valores, con este engañabobos que lo cubre todo.

       Se me ocurren mil consideraciones, pero dejo solo un par de ellas:

a)       ¿Cómo no habrá habido antes filósofos que hayan dado con la piedra filosofal tan sencilla para crear una nueva escuela de filosofía y además forrarse?

b)      ¿En qué tendrán puesta la mente los demás entrenadores mientras se está jugando el partido, si no es en la forma de ganarlo, o sea, en el partido a partido?

Me parece a mí que estos periodistas y filósofos tienen un cuajo… O un morro que se lo pisan. Estos sí que saben, y no los de la Historia ni los de los planes de educación.

Pues eso.

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