DE CABEZA
Los calores veraniegos
invitan y casi obligan a remojar el cuerpo en el agua, Para ello están las
piscinas y las playas. Lo mejor es no pensárselo mucho a la hora de zambullirse
en el agua; y mejor aún si, después de una ligera ducha, uno se tira de cabeza
y de repente se encuentra en el fondo extendiendo los brazos y moviéndose
libremente. Reconozco que a mí me ha costado siempre mucho tirarme de cabeza;
suelo ir metiendo poco a poco mi cuerpo hasta que digo ahí va y me olvido de
todo.
El caso es que esto de
tirarse de cabeza siempre me ha traído de cabeza y esta tarde me quita un rato
para pensar en la familia léxica de la cabeza. Al fin y al cabo, en ella está
el cerebro y sin ella no llegamos a ningún sitio. Filología, reflexión, ideas,
vida.
Parece lógico que las
partes del cuerpo provoquen familias léxicas amplias, y la cabeza debe ponerse
a la cabeza de todas. El origen de toda la familia, el pater familias,
hay que buscarlo en la palabra latina caput, o en su derivada capitia,
de la que procede nuestra «cabeza». El étimo paralelo es el griego kefalé,
que da herencia en las cefaleas y en los encefalogramas y demás familia.
A partir de ellas, las
derivaciones se desparraman tanto en sentido real como figurado Nos basta con
la forma latina para llenarnos los bolsillos de palabras que se sientan a la
misma mesa familiar.
Cabezazo es palabra que nos trae el recuerdo de algunos
encuentros no deseados en la niñez en los que chocaban cabeza con cabeza y nos
dejaba alguna pitera. Hoy lo frecuentamos más en los partidos de fútbol en los
que aplaudimos un buen cabezazo.
¿Y expresiones? Pues
un montón: al fin y al cabo; tirarse de cabeza; al cabo de la calle; de cabo
a rabo; traer de cabeza, ponerse a la cabeza…
Y démosle derivados: cabezal
de una caballería; cabecera (de cama, de comarca, de programa…), cabezón;
cabezudo; encabezar; acabar; recabar, menoscabar; cabizbajo…
De la importancia que
le damos a la cabeza procede capital de provincia o, como adjetivo,
principal. Lo mismo que capitán. O el capítulo de los libros y de
las órdenes religiosas. ¿Qué es, si no, llamar a uno a capítulo? ¿Y la
sala capitular?
En un sentido más
figurado, pero no menos real, tenemos los caudales, de los ríos y de los
dineros (Nuestras vidas son los
ríos / que van a dar en la mar, / que es el morir, / allí van los señoríos /derechos
a se acabar / y consumir; / allí los ríos caudales, / allí los
otros medianos / y más chicos, / i llegados, son iguales / los que viven por
sus manos / y los ricos), los acaudalados y el sistema capitalista,
que nos tiene a los que no somos ricos realmente decapitados, por muy cabales
que seamos, o acaso más incluso por ello. De poco vale ponerse cabe ellos,
pues no nos harán caso, seamos calvos o conservemos todo nuestro cabello. Si,
además, no entendemos mucho de números y nos perdemos en los capicúas,
entonces ya es el crujir de dientes. Es mejor dedicarse a la cocina e intentar
la aventura de máster chef, que ahora está tan de moda.
En fin, que uno
termina con dolor de cabeza, con cefalea, si se empeña en estos
laberintos de la cabeza y de toda su descendencia. Creo que lo mejor va a ser
darse un buen baño. Aunque yo siga con reparos a la hora de tirarme de cabeza.
N.B. A donde sí iré de
cabeza, y con convicción, es a votar este domingo. Es un asunto capital.
ADELANTE.
2 comentarios:
Mucho me ha gustado esta entrada tuya de hoy.
Sin menoscabo de tus sabidurías, permíteme que me zambulla, ‘pre-cipicio’ abajo, en este casi insondable piélago nos que has abierto y aporte unas gotas de agua a tu caudaloso río: evidentes pero curiosas me parecen ‘capitolio’, ‘capote’ y ‘capucha’; más esquivas y en el ámbito de tu ‘chef’ añado ‘jefe’ y ‘capo’; y en el de tu ‘capítulo’ inscribo ‘cabildo’ y ‘capitolio’, edificio que suele presentar columnas coronadas en ‘capitel’ a veces ornado de ‘capullos’.
En fin, ‘¡chapó!’, máster chef.
Por supuesto que es un piélago insondable. El trampolín estaba puesto y tú te tiraste y encontraste peces. Cualquiera puede seguir tirando la red. De eso se trata. Abrazos.
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