martes, 26 de diciembre de 2023

DEBERES CASEROS

 DEBERES CASEROS

 

Hay ritos, ceremonias, protocolos,

costumbres, etiquetas, normas, usos

y un grupo interminable de sinónimos

que explican casi todo lo que ocurre

en el ir y venir de cada día.

A falta de los ritos religiosos,

que descansan y duermen el olvido,

yo prefiero prestarle mis cuidados

al rito cotidiano del hogar.

Levantarme tal vez a media noche

-no preguntéis a qué: no es necesario-

y volver a la cama cual sonámbulo;

alzar con parsimonia la persiana

para no molestar a los vecinos;

dejar que la mañana venga a verme

y presente ante mí sus credenciales;

ducharme y enseguida hacer la cama

-y a veces deshacerla-;

tomar un desayuno en mi terraza,

mirando el horizonte y la montaña;

limpiar, poner la mesa,

pasar la aspiradora lentamente

al menos una vez a la semana…

Qué sé yo, tantas cosas…

 

Hay una, sin embargo, que me exige

ser siempre titular de su liturgia:

después de la comida, me acomodo

en un sillón mullido, articulado,

que me acoge y me acuna cual si fuera

 exacto mensajero de Morfeo.

Yo me entrego a sus brazos y procuro

no molestar. 

                       De pronto, me diluyo,

pierdo al mundo de vista por un rato

y olvido lo poquito que tuviera

en mi imaginación. 

                                 No sé quién pide

despertarme y volverme a la rutina

sin pedirme permiso para ello.

Conviene respetar la hora sexta,

esa desconexión con los deberes

que definen el tiempo y la costumbre

mientras pasan las horas y los días.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Tú y tus tiempos. Vive cada minuto y disfruta.