lunes, 26 de noviembre de 2012

"...DESDE QUE LEYERA U OYERA..."


“Ya no puedes seguir huyendo, Eugenio, creyó oír que le decía Paula. Pero eso no podía aceptarlo, no podía aceptar el engaño en el que había vivido desde que RECOGIERA su cuerpo moribundo al fondo de la vaguada, junto al de Andrés y lo LLEVARA en brazos hasta la borda…” Son palabras que recojo de “Las huellas erradas”, novela de Eduardo Iriarte, novela que, por otra parte, me ha parecido de escritura y concepción interesantes.
El ejemplo es totalmente azaroso y bien sé que lo podía tomar de cualquier momento de lengua hablada o escrita: tal es la extensión de su creciente uso. Lo hago así, sin embargo, para que no quede duda de la fuente.
Ya casi no me llama la atención del uso de las palabras en negrita y mayúsculas (la letra mayúscula la he puesto yo) pero quiero dejar constancia -una vez más- de un hecho que no me agrada en absoluto: los cambios inconscientes y sin mucho sentido de los usos lingüísticos, sobre todo si son promovidos por personas que no tienen demasiado valor de referencia. Aunque tal vez no sea precisamente el caso del novelista que cito.
Se vuelve a utilizar aquí el tiempo imperfecto de subjuntivo, con valor temporal, con el mismo valor que tiene el llamado pasado simple de indicativo ROGO o LLEVÓ.
Me pregunto por qué la extensión de este uso y no encuentro razón lógica, salvo la de la influencia de los medios de comunicación y la inconsciencia de muchas de las personas que en ellos se expresan. Las expresiones citadas han sido toda la vida de Dios en nuestra lengua “desde que RECOGIÓ su cuerpo… y lo LLEVÓ en brazos…” El valor temporal está muy claro y la realidad de la acción también. Por eso el indicativo.
Abrir paso a las formas de subjuntivo solo nos sumerge en el mundo de la duda y de la inseguridad y, además, nos obliga a la recuperación de formas que, salvo en estos casos, van restringiendo su uso. Así que, vayan todos recuperando aquello de “yo amara o amase, tú amaras o amases…”; y, si no, suspenderán el examen
Quizá es que este tiene que ser un tributo más que tendremos que pagar a la pedantería y a la falta de criterio de tantos comunicadores.
El principio general es siempre, para mí, el mismo: La lengua es un ser vivo que nace, crece, se modifica y muere. La oposición al cambio no tiene sentido y va contra la naturaleza de las cosas. Pero cambiar por cambiar y sin saber lo que se hace es simplemente de tontos y de ignorantes, y solo puede conducir a la confusión y a dificultar la comunicación. Y no estamos precisamente para eso.
 ¿No pueden dejarse guiar un poquito por las personas que saben algo de esto? Si, además, no suelen ser de los que más cobran y nunca se forran por orientar a la gente. Ya se sabe que los modelos sociales son otros, pero no estoy del todo seguro de que estemos en el mejor camino. La realidad me da bastante la razón. En fin… Y es solo un ejemplo entre tantos.

No hay comentarios: