Después de describir las características del Barroco,
también y sobre todo del literario, movimiento con el que no comulga demasiado
Mairena, el enviado de Machado se plantea cuál es, entonces, la esencia del
verdadero arte. ¡Casi nada!
Muy pronto advierte del peligro de acercar el poema a
la lógica pues, según él, entonces se convierte en un silogismo o en un
teorema, y para eso ya están las ciencias lógicas y matemáticas. Además, si se
hiciera tal cosa, se conseguiría una fórmula única para la construcción del
poema “ideal”, las variantes no tendrían sentido ni valor y la inspiración
tomaría vacaciones perpetuas, la realidad externa se manifestaría siempre por
encima de la creativa y al creador solo le quedaría el camino de la exageración
en el ingenio para mostrar una aproximación a esa realidad externa más
llamativa. En ese sentido, Mairena entiende que culteranismo y conceptismo son
dos caras de la misma moneda pues responden al mismo esquema aunque poniendo
énfasis una en la escenografía externa y otra en la interna.
A mí me asustan un poco las descalificaciones
generales, incluso las que vienen de la sensibilidad del maestro, pero me
parece que esta consideración tiene una enjundia sabrosísima. Idea para tratado
y no para treinta líneas.
Entonces, ¿dónde y cuál la poética de Mairena? Por sus
obras los conoceréis, pero Machado no esconde sus bases teóricas.
“Todas las artes aspiran a productos permanentes, en
realidad, a frutos intemporales… Pero no olvidemos que, precisamente, es el
tiempo (el tiempo vital del poeta con su propia vibración) lo que el poeta
pretende intemporalizar.”
“Todo poeta supone una metafísica… y el poeta tiene el
deber de exponerla. La posibilidad de hacerlo distingue al verdadero poeta del
mero señorito que compone versos.”
“El mundo es solo un aspecto de la divinidad; de
ningún modo una creación divina.”
“Cuanto es aparece: cuanto aparece es. Todo el trabajo
de la ciencia consiste en descubrir nuevas apariencias, nuevas apariciones del
ser.”
“No hay, pues, problema del ser, de lo que aparece.
Solo lo que no es, lo que no aparece, puede constituir problema. Pero este
problema no interesa tanto al poeta como al filósofo propiamente dicho. Para el
poeta, el no ser es la creación
divina, el milagro del ser que se es,
el fiat umbra!, la palabra divina que
al poeta asombra y cuya significación debe explicar el filósofo.”
Esa aproximación misteriosa de la realidad
personalizada en el corazón de cada poeta corre el peligro de convertirse en
única, solitaria y solo una entre la infinidad de posibilidades. Por el lado
contrario, volveríamos a justificar que toda creación poética vale igual que
las demás. Algo hay de eso, pero solo algo, porque sigue Mairena.
“El corazón del poeta, tan rico en sonoridades, es
casi un insulto a la afonía cordial de la masa, esclavizada por el trabajo
mecánico… El sentimiento ha de tener tanto de individual como de genérico,
porque, aunque no existe un corazón en
general, que sienta por todos, sino que cada hombre lleva el suyo y siente con
él, todo sentimiento se orienta hacia valores universales, o pretende
serlo.” “Un corazón solitario / no es un
corazón”
“Una nueva poesía supone una nueva sentimentalidad, y
esta, a su vez, nuevos valores.”
“Una lírica intelectual me parece tan absurda como una
geometría sentimental o un álgebra emotiva.”
“Mi artificio no es máquina de pensar, sino de anotar
experiencias vitales, anhelos, sentimientos; y sus contradicciones no pueden
resolverse lógica sino psicológicamente.”
Lo difícil, y esto no lo dice Mairena sino que lo
anoto yo, es dar con el casamiento que aúne una experiencia vital, resuelta
psicológicamente, pero que aspire a encontrar corazones que también palpiten
con esa experiencia y, sobre todo, con la manera de presentarla, que con-cuerde
y halle eco en otros corazones para que queden en un “no sé qué que quedan
balbuciendo.”
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