VALS DE LA DESMEMORIA
Está deshabitando su memoria
a una velocidad incontrolada.
Primero fue la bolsa de la compra,
que se quedó en la tienda sin notarlo;
después, pasos marcados en dirección contraria;
luego no supo cómo
se limpiaba la mesa sin mancharse…;
y, ahora, sencillamente, no sabe que no sabe.
El, para acompañarla y consolarse,
saca del saxofón las melodías
que llenaron las horas de la infancia
y los días azules en los que se besaban,
y sueña que bailaban agarrados
al son de las canciones en los bailes.
Por eso ese concierto tan sentido
que le ofrece al llegar cada mañana.
Llora el saxo y a veces
se calla y se refugia en el silencio.
Yo lo escucho y escucho en mi terraza
los pasos de ese baile acompasado
que se marcan
buscando inútilmente en sus miradas
la música y los besos
que el tiempo ha arrebatado
anulando la luz de su memoria.
Escucho, siento, sueño,
pienso, y a veces lloro con su baile.
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