lunes, 18 de julio de 2016

HACE CIEN AÑOS (Usos y costumbres I)


En los primeros años del siglo veinte, el Ateneo de Madrid (venerable institución cultural donde las haya) elaboró y desarrolló una encuesta; a partir de ella realizó un trabajo de campo para conocer los principales usos y costumbres de los españoles en cuanto a los acontecimientos más importantes de la vida: nacimiento, bautizos, matrimonios, muerte…
En la provincia de Salamanca se generó numerosa información y en ella colaboraron personas de la talla intelectual de Maldonado, Unamuno y hasta don Pedro Dorado Montero. Leo con satisfacción una edición de la misma que data de los últimos años del pasado siglo.
Ha pasado, pues, un siglo largo y estos hechos, que constituyen la verdadera intrahistoria de las comunidades, se siguen sucediendo como hitos esenciales en el discurrir humano. Revisar y comparar las formas de llevarlos a la práctica resulta un hecho que trasciende cualquier imagen personal para convertirse en todo un tratado de sociología y de antropología.
Cualquier capítulo sirve y acaso sería bueno repasarlos todos. Aunque sea solo para sugerir lo que fue y lo que es. El NACIMIENTO, por ejemplo, incorpora toda una serie de apartados que propician el contexto en el que un ser llega a la vida: los medios para conseguir la fecundidad, las prácticas supersticiosas para conseguirla, las prácticas en el período de gestación, los antojos en la embarazada, los vaticinios acerca del sexo del futuro ser (niño o niña, forma del vientre de la madre…), las formas prácticas de alumbramiento (parteras, médicos, posturas…), objetos “virtuosos” que ayudan en el acontecimiento, el mal de ojo, régimen posterior al parto por parte de la parida, los primeros días del recién nacido…
Imaginar cada uno de estos apartados supone poner un espejo entre nosotros y nuestros antepasados; desmenuzarlos tal vez conlleve comprobar si realmente hemos cambiado mucho o nos movemos en las mismas costumbres y usos.
Uno tiende a suponer que un siglo no pasa en balde, pero también es consciente de que algunas supersticiones permanecen. ¿O no es verdad esto en el mundo de los antojos de la embarazada y las posibles señales en el niño nacido? Otros apartados parecen, sin embargo, haber pasado a dormir felizmente el sueño del olvido. ¿Qué pensaríamos si ahora se mantuviera todo lo relacionado con las parteras y con las posturas de la embarazada a la hora de dar a luz? Los avances médicos y la eliminación de prejuicios morales y religiosos nos han ayudado mucho, aunque tal vez algunos de estos prejuicios religiosos sigan en la habitación más oscura. Porque son las superestructuras las que siguen empujando en cada uno de nosotros demasiado y son esos poderes tan aparatosos los que han de ser sometidos por todos nosotros si queremos ser un poco más libres.
Esta era la respuesta que se daba en la zona de Béjar cuando se preguntaba por la asistencia al alumbramiento: “En casi todos los pueblos hay algunas mujeres, llamadas comadres, que tienen práctica y se las avisa para tales casos, se las agasaja y estas tienen la obligación de ir a vestir al niño y el día del bautizo ponerle los adornos en el traje y el día de salir a misa tienen que ir a misa con la madre y la madrina; se le da buena comida y una libra de chocolate. Cuando es necesario, también hacen este oficio los hombres, aunque no todos sirven para ello”.

El comentario y la comparación con la actualidad los dejo para cada uno.

No hay comentarios: