Porque la vida hay que asentarla
y hay que encauzarla. Y las superestructuras están ahí esperando pacientemente,
como una losa que está destinada a asolar un piso.
Existían hace más de cien años
costumbres y usos que marcan los detalles en los que se iba conformando la vida
del recién nacido (régimen de alimentación de la madre, cuarentena, estancia
encerrada en casa, purificación, actividades del padre cerca de la madre…);
pero el acto público primero es el del BAUTISMO, y para la preparación y
realización de este acto había que tener en cuenta muchas variantes y no pocos
elementos: reglas para la designación de los padrinos, desarrollo de la
ceremonia religiosa, las celebraciones posteriores a la religiosa, los
invitados, las obligaciones de padres y padrinos, la “roña” de los confites y monedas, el nombre del bautizado y su
elección…
Estos son algunos datos referidos
a Béjar o a sus pueblos limítrofes:
“En Béjar y los pueblos limítrofes
es costumbre que el padrino de boda sea el padrino del primogénito (…) Los
padrinos tienen que ir, al momento que sepan el alumbramiento, a ver al recién
nacido y a dispensar cuantos favores necesiten los padres.
El día del bautizo, con el mejor
traje que tienen, van a casa del niño y una vez que este está vestido y los
convidados reunidos, marchan a la hora señalada a la iglesia; la madrina es la
encargada de llevar al niño y, si es clase acomodada, una criada es la
encargada de ello; en algunos pueblos esto lo hace la partera o comadrona…”.
En la encuesta se describen con
detalle hasta los trajes del bautizado, ese traje que alguien llamaría más
tarde de “acristianar”. Todo es rito y ceremonia, hasta la situación de cada
invitado en la iglesia o el lugar del bautismo.
La brevedad del formato solo permite
añadir un testimonio más; este tal vez más recordado y mantenido hasta tiempos
recientes o incluso actuales. Es el del reparto de dulces o monedas por parte
del padrino entre los niños, la llamada “roña”:
“En todos los bautizos que en Béjar
se celebran, una vez que se ha terminado el acto y marcha el acompañamiento a
casa, es seguido de una porción de muchachos y a veces hasta de adultos que
piden roña y, voceando esta frase, se
colocan frente a la casa y no tarda en salir a apaciguar la chusma uno de los
parientes, o el padre o el padrino, el que tira algunas monedas; en algunos ha
sucedido que han ido tirando dinero desde la iglesia; las monedas son de cinco
o diez céntimos y rara vez, a no ser que sea muy rico, tiran de plata. En otras
poblaciones, como en Salamanca, esto se llama cascajo y consiste en castañas, naranjas, manzanas, etc., y aunque
el bullicio existe, no es tanto como en Béjar…”.
Otra vez dejo correr la imaginación
y me sumerjo en las imágenes que aquí se sugieren, considero los cambios que se
han producido, las causas y consecuencias de los mismos y me quedo con algunas
conclusiones personales que silencio. Cada cual hará su trabajo.
Por cierto, ¿siguen existiendo
bautizos en nuestras iglesias? Es pregunta semirretórica. Esto no hace más que
abrir otra ventana y ahora mismo hace mucho calor en mi casa, que es diecinueve
de julio y media tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario