martes, 19 de julio de 2016

HACE CIEN AÑOS (Usos y costumbres II)


Porque la vida hay que asentarla y hay que encauzarla. Y las superestructuras están ahí esperando pacientemente, como una losa que está destinada a asolar un piso.
Existían hace más de cien años costumbres y usos que marcan los detalles en los que se iba conformando la vida del recién nacido (régimen de alimentación de la madre, cuarentena, estancia encerrada en casa, purificación, actividades del padre cerca de la madre…); pero el acto público primero es el del BAUTISMO, y para la preparación y realización de este acto había que tener en cuenta muchas variantes y no pocos elementos: reglas para la designación de los padrinos, desarrollo de la ceremonia religiosa, las celebraciones posteriores a la religiosa, los invitados, las obligaciones de padres y padrinos, la “roña” de los confites y monedas, el nombre del bautizado y su elección…
Estos son algunos datos referidos a Béjar o a sus pueblos limítrofes:
“En Béjar y los pueblos limítrofes es costumbre que el padrino de boda sea el padrino del primogénito (…) Los padrinos tienen que ir, al momento que sepan el alumbramiento, a ver al recién nacido y a dispensar cuantos favores necesiten los padres.
El día del bautizo, con el mejor traje que tienen, van a casa del niño y una vez que este está vestido y los convidados reunidos, marchan a la hora señalada a la iglesia; la madrina es la encargada de llevar al niño y, si es clase acomodada, una criada es la encargada de ello; en algunos pueblos esto lo hace la partera o comadrona…”.
En la encuesta se describen con detalle hasta los trajes del bautizado, ese traje que alguien llamaría más tarde de “acristianar”. Todo es rito y ceremonia, hasta la situación de cada invitado en la iglesia o el lugar del bautismo.
La brevedad del formato solo permite añadir un testimonio más; este tal vez más recordado y mantenido hasta tiempos recientes o incluso actuales. Es el del reparto de dulces o monedas por parte del padrino entre los niños, la llamada “roña”:
“En todos los bautizos que en Béjar se celebran, una vez que se ha terminado el acto y marcha el acompañamiento a casa, es seguido de una porción de muchachos y a veces hasta de adultos que piden roña y, voceando esta frase, se colocan frente a la casa y no tarda en salir a apaciguar la chusma uno de los parientes, o el padre o el padrino, el que tira algunas monedas; en algunos ha sucedido que han ido tirando dinero desde la iglesia; las monedas son de cinco o diez céntimos y rara vez, a no ser que sea muy rico, tiran de plata. En otras poblaciones, como en Salamanca, esto se llama cascajo y consiste en castañas, naranjas, manzanas, etc., y aunque el bullicio existe, no es tanto como en Béjar…”.
Otra vez dejo correr la imaginación y me sumerjo en las imágenes que aquí se sugieren, considero los cambios que se han producido, las causas y consecuencias de los mismos y me quedo con algunas conclusiones personales que silencio. Cada cual hará su trabajo.

Por cierto, ¿siguen existiendo bautizos en nuestras iglesias? Es pregunta semirretórica. Esto no hace más que abrir otra ventana y ahora mismo hace mucho calor en mi casa, que es diecinueve de julio y media tarde.

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