Solo para dejar constancia de lo
importante de esta encuesta, recojo una última muestra de su tercera y última
parte, la que se refiere a la MUERTE.
Estos son sus apartados: Prevenciones para la muerte: Consuetudinarias
(posibles encargos a la familia, adquisición de sepulturas, mortajas,
féretros…, pertenencia o no a cofradías y derechos que esto da…),
Testamentarias (es frecuente o no el testamento, clases de testamentos, disposiciones
más frecuentes en los testamentos…), La defunción (prácticas religiosas y
familiares, qué personas están presentes en la agonía, los toques de campanas y
sus clases, La muerte (forma de comprobación de la muerte, prácticas de
amortajamiento, costumbres en el velatorio…), El entierro (cómo se convoca al
entierro, cómo se atiende a los posibles forasteros, formas de conducir el cadáver,
posibles ceremonias a la salida del cadáver del domicilio, signos de respeto de
los que presencian el paso del cadáver…, Sepelio (prácticas: rezos, colocación
del cadáver…), Prácticas posteriores al entierro (visitas de pésame, ¿se invita
a los asistentes al entierro?, Prácticas religiosas (misas y ofrendas, rezos en
casa, limosnas…), El culto de los muertos (creencias sobre apariciones o
fantasmas, los fuegos fatuos, visitas a los cementerios, lugares donde están
situados, tipos de sepulturas más usuales, cruces y lápidas, inscripciones…).
Copiaré dos ejemplos de la tierra
de Béjar. El primero corresponde a la costumbre en la Sierra de Béjar durante
el sepelio: “Llegan al cementerio y, cantadas que son las oraciones de la
iglesia y dado el réquiem, el sacristán
reza un Padrenuestro por el difunto y otro por los del cementerio y, depositado
el cuerpo en el lugar destinado para él, algunas personas cogen un puñado de
tierra, la besan y la tiran al hoyo. En Béjar, antes que le den tierra, los
amigos cogen un poco de pelo o algún adorno de la caja y, si hay, llave, esta
para dársela a la familia como recuerdo; esto se estima mucho”.
El segundo corresponde al vecino
pueblo de Sorihuela y hace referencia al regreso del duelo a la casa de
mortuoria: “Todo el acompañamiento regresa a la casa a rezar por el difunto, práctica
que se sigue en los nueve días siguientes a la salida de misa. Al regresar del
cementerio, se reúnen todos en el portal para rezar por el difunto y durante
estos rezos están bebiendo vino y comiendo trozos de pan que, de antemano, les
tienen preparados sobre una manta en el suelo”.
Se trata, de nuevo, tan solo de
un par de breves muestras de algunos de los usos y costumbres de los
antepasados en actividades que afectan a todo el mundo y que tejen la historia
cotidiana y menuda de cada comunidad. La alfombra general se va tejiendo con
numerosas muestras. Todas ellas son las que conforman el retrato verdadero y más
fiable de las maneras de ser y de estar en la vida; mucho más que esos
acontecimientos aparatosos que vienen impuestos desde fuera y que no dejan
resquicio para la participación individual.
Tienta, y mucho, la comparativa
de estos hechos en distintos momentos de la historia de los últimos cien años. La
encuesta está confeccionada; el trabajo de campo no debería de resultar muy
dificultoso; las ganas, ay las ganas…
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