jueves, 19 de octubre de 2017

ATRACO CON CAUSA


El esquema me lo presta Tibor Fischer y yo se lo compro por lo que me hace pensar.
Realmente el robo no es mal negocio, sobre todo si se trata de cierto tipo de robos. Recuérdese aquel dicho popular que sentenciaba: “Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón”. Aplíquese a un banco saneado (si no lo está, lo saneamos entre todos en un momento) y se verá qué consecuencias produce. Claro que, como dice el autor, esto hay que hacerlo “filosóficamente”, o sea, entendiendo cuáles son los medios, los fines y los conceptos en que se puede sustentar. Véase, si  no.
En el fondo, un buen robo a un banco (Ay aquel “Atraco a las tres” berlanguiano) no hace daño a nadie. La preparación causa emoción y suspense al que lo va a realizar: su día resultará entretenido y poco anodino. Dicen los economistas del régimen, o sea, los clásicos del sistema, que el dinero hay que moverlo para que se estimule la economía. Pues venga, estimulemos la economía con el cambio de lugar del dinero. (Me miro y me remiro y me reconozco malísimo ciudadano y ladrón de bancos: tendré que aprender). Un buen atraco estimula los corazones, hace circular la sangre de las emociones y descongestiona las venas; la parada cardíaca no tiene nada que hacer. Además, el que quiera emociones de otro tipo en los parámetros de películas de aventura no tiene mal lugar para vivirlas en directo y como protagonista. Pero se puede poner más peripatético y más meditabundo (o cabizbundo y meditabajo, como decía un amigo) y entonces le manará el pensamiento acerca del valor de la moral, del dinero y de su distribución, de la justicia social… (Cuidado que hay que atracar y no vamos a estar todo el día en los preparativos o en el contexto conceptual, que la policía no es tonta).
Quizá lo peor es que un pensamiento pausado tal vez nos lleve a la desilusión. Porque vamos a ver, si terminamos el robo con éxito y nos hacemos con el dinero, ¿qué vamos a hacer con él? Sospecho que, tras unos días de silencio, volveremos a coger el saco lleno y volveremos a hacer la misma ruta pero al revés: terminaremos con los billetes depositados tal vez en la misma entidad bancaria, a buen recaudo y exigiendo al banquero férrea vigilancia por si acaso esos asquerosos ladrones de banco tienen la mala tentación de venir a robar. En este momento es cuando uno se puede venir abajo moralmente pues termina dándose cuenta de que, en el mejor de los casos, todo lo que hemos hecho ha sido sacar de paseo el dinero, airearlo y descolocarlo para terminar almacenándolo en el mismo santuario.

Y es que no sé si merece la pena el atraco con estos resultados. Tal vez habrá que explorar otras actividades más lucrativas. Pero que a nadie se le olvide que, si se lleva a cabo un atraco, se puede hacer con otro espíritu diferente. Tomémoslo con filosofía y busquemos el lado bueno de las cosas, hasta de los atracos bancarios.

No hay comentarios: