DE PRONTO…
De pronto, en una acera, cualquier tarde.
Te detienes mirando
cómo pasan
las gentes. Son sus pasos fugaz muestra
de lo que nunca va a ninguna parte.
No te esfuerces en registrar sus nombres,
en descifrar la luz de su sonrisa:
ni siquiera ellos saben su destino.
Es tan solo un segundo,
el cociente imperfecto de todo el infinito,
el azar hecho tiempo y accidente.
Desconoces su afán, sus inquietudes,
todo lo que les dio naturaleza.
Déjalos, que prosigan su camino,
su fatiga constante y su destierro.
Tampoco ellos conocen que los miras,
y no olvidarán nunca,
pues nunca percibieron tu presencia,
tan cerca de la suya y tan ausente.
La tarde será toda de la tarde
y tú serás tan solo el accidente
que vio pasar la vida como un hombre
viejo y desconocido, extraño y solitario.
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