SOLAMENTE SE MUEREN LOS
RELOJES
Cuando la eternidad se hace presente,
solamente se mueren los relojes;
solamente se mueren los relojes;
sin ellos, lo demás se desvanece.
Se mueren de sí mismos, se despistan,
sus agujas se olvidan de girar,
pues no hay motivo alguno para hacerlo.
Por si acaso,
he empezado con tiempo y con empeño
los primeros sencillos ejercicios:
desdigo de las lógicas,
me olvido del silencio en el silencio,
contemplo con desdén
cómo los pájaros
se elevan en bandadas hasta el cielo,
se despliegan formando esos escorzos
que parecen imagen fidedigna
del vagido inicial del universo;
me dejo de decir, no me respondo
pues niego la palabra a las preguntas;
tampoco me defiendo de morirme
envuelto en la quietud de los relojes,
en el suave tictac que se hace eco
y luego, simplemente, abismo y nada.
El tiempo que se ha vuelto a hacer misterio.
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