miércoles, 10 de octubre de 2018

BUENO, A VER SI ME EXPLICO, ¿VALE?



Bueno, a ver si me explico. Con frecuencia leo opiniones que aconsejan dedicar más esfuerzo, en la enseñanza y aprendizaje de la lengua, a la consecución de habilidades prácticas que a la glosa de elementos teóricos. Yo me apunto sin reservas a esta manera de ver las cosas; de hecho, me condeno a mí mismo por no haber roto más barreras en esta dirección mientras he ejercido la enseñanza de nuestro idioma. Cada ciencia posee un corpus terminológico que hay que dominar, pero este no es otra cosa que una herramienta para conseguir otros fines superiores. Hay, claro, diccionarios de términos filológicos, como los hay de términos literarios. Hoy mismo andan reunidos en Salamanca académicos de ambos mundos tratando de impulsar este apartado. Sea, pero sea en sus justos términos
Sirva, como casi siempre, un ejemplo.
No tengo muy claro que un hablante medio atienda a la definición de marcador lingüístico; sin embargo, los utiliza continuamente. No está de más aclararle qué es eso de marcador lingüístico y procurar que no se asuste; pero mucho más productivo resulta enseñarle a usarlos bien en su conversación diaria.
Un subgrupo de los marcadores lingüísticos, que no son jugadores de fútbol ni señales de ordenador, es el de las muletillas. ¿Quién no las utiliza desde la mañana hasta por la noche, todos los días de la semana y todas las semanas del año? Se definen como aquellas frases que se repiten mucho por hábito y que, en realidad, no aportan novedad ni significado a la comunicación. Las utilizamos con varios sentidos, pero, sobre todo, para darnos pausa antes de comenzar o de continuar nuestro discurso o para confirmar que nuestro interlocutor nos sigue atendiendo y entendiendo. La comunicación es cosa de dos y, cada dos por tres, necesitamos asegurarnos de que seguimos ahí, en la onda, en la relación con los otros.
Su lista es interminable y su empleo depende de cada usuario de la lengua. A poco que hagamos examen de conciencia, nos sentiremos representados por alguna de ellas: ¿vale?, ¿me explico?, ¿me entiendes?, ¿comprendes?, o sea, bueno…, por consiguiente, tío, sí o sí, vamos a ver, O.K., ¿no?, ¿qué te iba a decir?, a ver, pero fíjese (que no se le cae de la boca al presidente del Gobierno)… O para los más atildados: you know?, tu vois?...
No se trata aquí de pasarse de listo, ni de recriminar nada a nadie; tan solo se advierte de lo que entorpece la comunicación el uso excesivo de estas muletillas y de animar a no abusar de ellas. Cada cual sabrá cómo debe hacerlo. A mí me corresponde mejorarme a mí mismo. ¿Vale?

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