viernes, 4 de diciembre de 2020

QUIERO ESCRIBIRTE UNA CARTA DE AMOR

 QUIERO ESCRIBIRTE UNA CARTA DE AMOR

Recoge Ángeles Caso, en su libro “Quiero escribirte esta noche una carta de amor”, una selección de textos que, en forma de carta, han escrito mujeres a lo largo de la Historia. Son estas y muchas más, claro, y la selección se puede discutir y renovar; pero el repertorio es muy notable y ejemplo de todo un recorrido femenino en este formato de cara amorosa.

Por sus páginas circulan las abadesas Eloísa e Hildegarda, Ninon de Lenchos, George Sand, Charlotte Brontë, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Emilia Pardo Bazán, María Zambrano, Marina Tsvietáieva, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y otras.

Resulta revelador, gratificante y a la vez descorazonador todo lo que en ellas se descubre, de manera expresa o indiciaria. La comprensión exacta de las cosas solo se consigue si se explican y se miran con ojos de la época en la que se produjeron; de otra manera, todo se distorsiona y se aleja de la verdad. Sin embargo, a pesar de todos los pesares, de manera general, la historia femenina tiene muchos más tonos oscuros que la de los hombres, Parece tan evidente, que casi no admite discusión. A corregirlo habrá que aplicarse con serenidad, pero sin descanso; también sin alharacas ni exageraciones, que lo único que consiguen es el efecto contrario al que buscan. Y ejemplos hay en todas las esquinas.

Resulta mucho más interesante, me parece, analizar si existe una forma femenina de amar que sea especial. Y, si así lo es, describir cuáles son sus características. Tengo mi opinión, claro, pero, como hago casi siempre, apunto solo el tema, por si alguien quiere tirar del hilo de la madeja. Porque las conclusiones son de cada uno y nada puede sustituir a la lectura personal del libro.

Solo destacaré una, que me parece fundamental, pero que tal vez ni siquiera responda a la verdad. Creo que el amor femenino es mucho más desinteresado, más entregado y menos racional. Leer cartas de mujeres encerradas en un convento y enamoradas de otras personas, hombres o mujeres, resulta toda una revelación; comprobar cómo mujeres cargadas de tesoro intelectual se hacen diminutas y totalmente afectivas en sus contactos con hombres o mujeres también viene a ser todo un festín afectivo. No hay en esas cartas ni en ese amor sino entrega (a veces rondando el sometimiento) y ausencia de todo lo que pueda sonar a dominio personal o recelo; sus amores están muy por encima de cualquier circunstancia pasajera que pudiera enturbiar la intensidad de ese amor. ¿Es esto moral impuesta? ¿Es poso biológico? ¿Es frustración? ¿Es falta de libertad? ¿Es clasificación social? ¿Es rebeldía ante la sociedad? ¿Es todo a la vez?

Y, si esta descripción de un amor femenino especial fuera tal, ¿qué se puede decir del amor masculino? ¿Resisten comparaciones? ¿Cómo se conjugan las relaciones de uno con el otro? ¿Hacia dónde caminan estas relaciones?

Quiero escribirte esta noche una carta de amor. Ahí hay un buen ramillete de ellas, que nos revelan inquietudes, anhelos, frustraciones, entregas sin tasa, sensibilidades a flor de piel… atisbos de acercarse a la vida compartida, desde esa necesidad de gritar a los demás la presencia personal y la necesidad de compartir sentimientos.