LA TERNURA COMO ÚNICA ESPERANZA
Ese esfuerzo tenaz y sin sentido
en que se afana el mundo cada
día,
esa necesidad inevitable
de seguir respirando sin descanso,
esa fuerza volcánica, absoluta,
que nace del enigma más profundo,
esa inercia que empuja cada hora
a asegurar la vida y la
existencia.
Se despiertan y viven los
sentidos
ansiosos de sentirse tercamente:
respiran, ven el cielo, se levantan,
salen a respirar la plaza
pública,
hacen compras, dialogan, ven el
mundo
bajo un prisma tal vez no
sugerente,
se entristecen, enferman, sanan,
comen,
y otras veces se alegran
inconscientes.
Mas, si miran de cara el
horizonte,
presienten la llegada de la noche
y no tienen las ganas de hacer
cuentas
de lo que signifique su conducta:
la noche en la razón es siempre
noche
y no espera la luz el
pensamiento.
En esas circunstancias tan
dramáticas,
reclama la ternura su presencia,
se presenta como único remedio
para salvar a todos del naufragio.
A veces se disfraza de emociones
que no dejan que fluya la palabra
y toda ella es abrazo y
tolerancia,
compasión y acogida, mano
abierta,
como esa buena gente que no mide
con ley lo que la vida le
propone.
Vivir para vivir, soñar sabiendo
que todo es ilusión, tan solo
eso;
Y, en medio del desastre, la
esperanza
que la ternura ofrece a cada
instante.
1 comentario:
Qué nunca nos falte la ternura, es la parte más humana de nosotros.
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