martes, 19 de octubre de 2021

NATURALEZA

 

 

NATURALEZA

Es ya casi proverbial entre mis conocidos la opinión que tienen de mi aprecio por la naturaleza. Alguno incluso me hace ver que, en mis creaciones, hay demasiada naturaleza, demasiados elementos naturales… Tal vez todos tengan un poco de razón. Pero, una vez más, cuando pienso en ello, entro en confusión y me pierdo en las variables.

Son muchas las acepciones que le término comporta, pero, en todo caso, aquí parece referirse a todo ese conjunto que llamamos universo, sobre todo en los seres minerales y vegetales.

La relación con la naturaleza es muy diversa y, por tanto, la concepción que de ella se tenga también lo tiene que ser. ¿Cómo le vamos a pedir lo mismo a un campesino, pendiente siempre de si llueve o hace frío, que a un excursionista que va a pasear por un paraje, con su comida asegurada y con la mente predispuesta para el goce? ¿O a un carbonero que a un terrateniente?

La creación en general, y la poética en particular, ha tendido siempre a presentar la naturaleza con caracteres positivos, como refugio en el que complacerse, como lugar edénico en el que soñar e imaginar situaciones mejores. La “aldea” gana el partido a la “corte”. Resulta evidente que las naturalezas no se han codificado en la literatura del mismo modo según los períodos; así, la naturaleza renacentista suele ser amable, mientras que la romántica es mucho más agitada y hasta tenebrosa.

En todo caso, no es lo mismo presentar los elementos de la naturaleza como autónomos, o como decorativos; como principales, o como secundarios; como elementos descriptivos, o vivos y actuando, incluso creando tragedia. Y, lo más importante, no es igual aportar componentes superficialmente que tratar de situarlos en el nivel de los símbolos; ni situarlos fuera de la persona que integrarse esta en ellos y formar un conjunto.

En nuestros días, fundamentalmente en poesía, los contextos de la creación son urbanos y mucho menos rurales. Creo que es un error, aunque cada uno está rodeado de lo que está.

Personalmente no entiendo la naturaleza aislada del ser humano, ni el ser humano separado de la naturaleza. Los primeros elementos son los naturales, pero también son los más permanentes. Cuando yo desaparezca, la montaña seguirá en el mismo sitio, la piedra seguirá marcando signos de duración y la rosa seguirá exhalando perfume (“Y yo me iré, / y se quedarán los pájaros cantando).

Por eso sigo invocando la naturaleza. Para que me hable, para que me interpele, para que me enseñe, para que me haga pensar, para que ordene mi escala de valores, para que me haga actuar en un sentido mejor, para…

Por eso existen en mis creaciones tantos elementos naturales. Pero por eso también aparezco yo a su lado, en medio, por detrás y por delante. Porque, como todo hijo de vecino, soy naturaleza y formo parte de ese todo, de esa conciencia general del universo en la que quiero soñarme y que me sueñen.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Yo solo te puedo decir Antonio, que he trabajado en oficina, y duramente en el campo, y sólo la brisa del aire compensa.