lunes, 7 de marzo de 2022

TRES ERAN, TRES

TRES ERAN, TRES

La política es una actividad que trata, mediante una ideología, de enfrentar unos problemas sociales limitados por la economía. Son palabras que cita Daniel Bernabé en su obra La distancia del presente, pg. 287.

Y en la política andamos día a día y hora a hora. En la más general y en la más particular. Todos. Los representantes de otros y los que nos representamos a nosotros mismos.

No me parece mala definición y mucho me gustaría que quienes desempeñan cargos públicos tuvieran en cuenta alguna definición que sustentara sus actos. Obsérvese que parte de un instrumento sin el cual nada se sostiene. Es la ideología, un cuerpo de ideas y de doctrina que ofrece una visión del mundo y de la convivencia. Con ella se enfrenta la solución menos mala para las dificultades que ofrece la convivencia, pues no hay posibilidad del ser aislado, solo es tal en comunión con los demás miembros de la comunidad, cada día más extensa y más intercomunicada. Y ofrece un límite insoslayable: la economía.

Se podría pensar que faltan elementos en la ecuación, pero me parece que, si se desarrollaran bien estos, lo más importante lo tendríamos salvado.

Y si fundamentales son los elementos, no lo es menos el orden en el que aparecen. Jerarquizar se vuelve, una vez más, esencial. Sin una carga mental e ideológica sólida y trabada, el resto es improvisación y esperar a ver cómo amanece el día. Con la visión panorámica, todo resulta más sólido y trabado. Todo ello para tratar de dar solución a las dificultades que la convivencia presenta de manera inevitable y llevarla a unos niveles de convivencia y de bienestar social atractivos para la mayoría. Esa actividad, en la situación en la que nos encontramos de democracias liberales, está condicionada de manera absoluta por los poderes y las trabas que impone la economía. Por eso, el olvido de esa variante como elemento esencial de la política nos puede hacer desviar los esfuerzos en otras ocupaciones parciales (cuestiones de género, de lenguaje, de minorías…), que, sin dejar de ser importantes, nos cambian el foco de atención y desgastan fuerzas, tan necesarias para el elemento nuclear de la economía y de la igualdad de oportunidades en el elemento más común para el intercambio y el desarrollo de la actividad vital.

Esta consideración parece perderse en esas casi 400 páginas del libro, que repasa los hechos más llamativos del segundo decenio del siglo veintiuno y viene a resultar una catarata incesante de sucesos desagradables concretados en tramas, corrupciones, enfrentamientos sórdidos y luchas a cara de perro por el poder. Con el fondo permanente de los poderes económicos como modelo de convivencia. Porque la economía asoma la patita por todas las esquinas y permite entender la suma de hechos como componentes de una cadena que tiene sentido completo con ese elemento de base.

La economía lo explica casi todo, y regular su fuerza y su distribución termina por ser la clave de lo que ocurre, de manera aislada y en conjunto.

Por lo demás, dejar que se te vengan encima tantos hechos que has vivido, pero que ya los tienes un poco lejos, viene a ser como darte un baño de realidad, de conciencia y de ideología.

Creo que sería higiénico que todos lo experimentáramos. Después, cada uno decidirá.

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