Desde Málaga me envían
el texto de un poema escrito en 1997, que yo tenía en el olvido y que entonces
dediqué a Leti Majada cuando tenía cinco años. Me he alegrado mucho y lo rescato aquí.
«Antoñito,
Antoñito, dehpiétate»
Y
se abrieron mis ojos a tus ojos,
donde
encontré la fuente
de
la azucena límpida de mayo,
con
sus gotitas blancas de rocío.
Y
miré más despacio tu sonrisa
y
tu cara rosada. ¡Qué paisaje
para
mis ciegos ojos sorprendidos!
Y
analicé tu cuerpo,
tu
cuerpo diminuto y vacilante
entre
mis brazos, trémulos
del
peso de la vida.
Y
supliqué la paz de tu inocencia
a
los dioses etenos.
Y
deseé tu nombre de alegría
para
tantos momentos de tristeza.
Y
adiviné tu lengua, como cítara
arañando
silencios al olvido.
Málaga 1997
1 comentario:
Es precioso, Antonio.
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