martes, 19 de junio de 2012

PATRIOTISMO DE SALÓN


Ayer guardé en mi cuaderno personal estas líneas. Hoy las saco a la ventana.

Cada cual pasea cuando el tiempo se lo permite, el meteorológico y el del reloj. Hoy tocó a media tarde y salimos calle Libertad abajo y calle Recreo arriba. El verano, a pesar del respiro en la temperatura, ya se anuncia y lo va haciendo, entre otras cosas, con el bullicio de los niños y de los menos jóvenes, que llenan las calles y los parques.
A uno le gusta pasear con serenidad y sin prisas, con tiempo para ver, para mirar y hasta para contemplar. Al fin y al cabo, la noche llegará lo mismo y el día siguiente también. Y en un simple paseo suceden muchas cosas dignas de reflexión.
Me llama mucho la atención el hecho de que muchísimos balcones lucen banderas españolas. Como si siguiéramos festejando el Corpus en Béjar. Nunca he entendido ese derroche banderil en un festejo, el del Corpus, que debería tener corte únicamente religioso. En realidad quiero decir que nunca lo he compartido porque, entenderlo, lo que se dice entenderlo, desgraciadamente, creo que lo entiendo perfectamente.
El caso es que, Corpus aparte, uno tiene la impresión de que nos ha dado un empacho de fervor patriótico y que lo manifestamos con la enseña tremolando al aire bejarano. Vale.
Aparco en zona azul la historia de la bandera, sobre todo la historia de los últimos setenta años, y me dejo llevar por su contemplación. Y me encuentro bien a su lado. Al fin y al cabo, no es más que un símbolo en el que se reconoce la gente que vive cerca de mí, aquella con la que sufro, peno y amo, la misma con la que, en todos los sentidos, tengo que jugarme los garbanzos. Incluso me gusta que la gente haga gala de ella y de su presencia. Claro que sin pasarse, que los botellones son complicados, y, si son de tipo místico, entonces todo se desborda y la razón se anula por completo.
Todo el mundo sabe que el pretexto para esta abundancia de banderas es el asunto del fútbol, ese campeonato de Europa que se celebra estos días. ¿O acaso esto del fútbol en lugar de ser el pretexto es realmente el texto? Por desgracia, sospecho que así es, que hemos convertido el fútbol en la razón de ser de esta comunidad llamada España por no sé cuántos días.
¿Realmente no tenemos otra cosa que ofrecer a los demás y, sobre todo, que ofrecernos a nosotros mismos? ¿De vedad que en esta piel de toro no hay acontecimientos que afectan de manera más importante a nuestras vidas? ¿Son estas nuestras principales ilusiones? Es que, al menos en términos comparativos, todo lo indica.
Qué pena. Y qué desilusión. Yo estoy convencido de que existen muchas otras actividades importantes, razonadas, ilusionantes y con proyección de futuro, que buscan el bienestar de toda la comunidad, que exigen mucho esfuerzo y no solo cualidades naturales, y que tienen detrás el empeño de gentes extraordinarias, aunque los telediarios no les hagan ningún caso.
En mi vuelta del paseo, he caminado por dos parques. En ambos he visto papeleras rotas, niños estropeando jardines, padres despreocupados de todo lo que sus hijos están estrpeando, coches a velocidades de circuito, volúmenes en aparatos de radio propios de festivales al aire libre, desocupados lelos, plazuelas ocupadas por personas que golpean con balones a los coches repetidamente sin que parezca que les afecte lo más mínimo… Todo en el mismo paseo.
Quiero seguir manteniendo una pizca de confianza en que esta comunidad es algo más que todo esto. Aunque solo sea un poquito más.
Y sigo pensando que invertir en EDUCACIÓN sigue siendo, con mucha diferencia, lo más rentable y lo más positivo.
Yo también voy a ver el partido, y soy de la Roja. También sé que se puede contraargumentar el genérico de que hay tiempo para todo y que cada cosa tiene su tiempo. Y también que en verano hace calor y en invierno frío, respondería yo. Pero a veces me dan ganas de empujar para ver si pierde pronto y hasta para que la prima de riesgo se vaya a las nubes y la bolsa baje al infierno. En fin, quién me mandaría a mí salir a pasear a estas horas, con lo bien que se hace cuando casi nadie te molesta.

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