domingo, 1 de mayo de 2016

OTRO PRIMERO DE MAYO


Un nuevo día del trabajo en esta fecha emblemática del primero de mayo. Manifestación. Este año con algún desacuerdo entre CCOO y no sé si UGT o CGT. Consecuencia: falta de megafonía, menor asistencia (siempre es escasa) y ambiente un poco más desangelado.
Tengo la impresión de que este acto se sucede en Béjar durante los últimos años como un hecho más al que poca gente le concede simbolismo y ante el que casi nadie ni siquiera se para para mirar o hacer un pequeño comentario cuando pasan los manifestantes.
Mientras tanto, en Béjar siguen existiendo más de dos mil parados, con una tasa que ronda o supera el cuarenta por ciento, la población envejece y su curva es un hongo nuclear, los jóvenes se marchan en busca de un futuro mejor y sin saber realmente a qué…, y la conciencia social anda dormida y yo diría que roncando. Por si fuera poco, el ayuntamiento del PP promociona una llamada “fiesta de los limones” con el claro fin -me parece algo evidente- de quitar cualquier protagonismo a los trabajadores y evitar la más mínima crítica acerca de la situación local. Y la gente se suma a los limones, que son gratis y en el campo. Allá cada cual. No sé muy bien tampoco si la labor de los sindicatos es la mejor; posiblemente sea manifiestamente mejorable.
En fin, son algunos trazos gruesos del día y de la situación  en Béjar. No estoy seguro de que en otros lugares el panorama sea más positivo.
Pero el asunto sigue estando ahí, con gente y sin gente, con buen tiempo y con tiempo lluvioso, incluso con trabajo y sin trabajo. Ahí siguen las desigualdades, la pobreza de tantas familias, el desinterés, el acaparamiento, la pérdida de derechos individuales y sociales, el desconcierto del personal acerca de cualquier futuro, el desánimo y el egoísmo que se aceleran, y toda esta maldita crisis, que no es pasajera sino muestra de que el sistema que la provoca y la sustenta está lleno de mal olor hasta en sus más escondidas rendijas.
No soy economista, pero siempre digo que aspiro al sentido común, que no es poco. Asistimos al desarrollo de una tercera revolución industrial en la que se mezclan elementos que, si no se examinan con atención y se hace partícipe de ellos a toda la población, corremos otra vez el riesgo de dejar fuera de juego, marginados y hasta olvidados, a los más necesitados. Esta tercera revolución industrial, basada sobre todo en las potencialidades de internet, nos ha situado en una aldea global en la que todos los valores añadidos en los que se basaba y se basa el sistema capitalista están en peligro de desaparecer. Existen multitud de productos y de servicios que están al alcance de la mano de casi todos, tanto en su creación como en su distribución y con un coste añadido casi de cero. Por el camino de la intermediación se están quedando orillados muchos seres indefensos. Cualquier ejemplo puede ilustrar esta afirmación. Una tienda cualquiera, por ejemplo, que no es más que un eslabón de una larga cadena y que está al capricho de las grandes superficies o de una distribución que prescinda de ella. O una editorial, o una discográfica, o una institución educativa con los programas on line.
La nueva sociedad se está transformando en un mundo al alcance de todos si lo sabemos estructurar con ese fin. Si no lo hacemos así, el peligro de los monopolios y de los oligopolios nos hará la vida casi imposible. Todo nos obliga a un sistema más participativo, a un sistema de productores y consumidores, o, como se llama ahora, a un mundo de prosumidores.

La fiesta del primero de mayo sigue siendo fundamentalmente un símbolo. Pero hay que pasar de la generalidad a la explicación racional de las cosas. Doctores tiene la iglesia para ello. Luchar para conseguir una subida digna en el convenio laboral es muy importante, pero analizar cuáles son las coordenadas en las que se mueve el mundo del trabajo es mucho más importante y de mayor alcance. Este sistema hace aguas por muchas partes. Tal vez se ahogue de éxito en sí mismo. Otro más participativo nos espera. Ojalá nazca pronto y crezca sano y vigoroso. En él tenemos que tener cabida todos, los que nos hemos manifestado y los que por las razones que sean se han quedado en casa.

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