No es frecuente que yo abra un
libro y lo cierre antes de haber dado buena cuenta del mismo. Pero toda regla
tiene excepciones. Cuando esto sucede, me puede un sentimiento de fracaso.
Vengo apuntando desde hace años los títulos de los libros que leo. En el
presente de 2016 tengo apuntados 84 y no recuerdo haber abandonado la lectura
de ninguno. Hoy anoto un caso de este
tipo.
Desde hace bastantes días anda
por las mesas de mi casa el libro del filósofo Matin Heidegger titulado “El ser y el tiempo”. Es un texto muy
importante en la historia del pensamiento. Me apetecía mucho hincarle el diente
y saborearlo. Ha podido conmigo y hoy abandono sus páginas hasta mejor ocasión.
Supongo que en algo han influido
los calores, el ritmo del verano, los horarios menos rígidos, los “ruidos” que
contaminan, mi distensión…, qué sé yo, muchas cosas. El caso es que no
avanzaba, que se me caía de las manos, que mi mente no dominaba las palabras y
los párrafos. El otoño o el invierno me traerán mejores contextos. Ya veremos.
De momento me he quedado casi en el esbozo de la obra, y, a pesar del abandono
prematuro, no es poco.
Las culpas son casi todas mías.
Pero vuelvo a llamar la atención acerca de la necesidad que los pensadores y
filósofos tienen de mostrarse con toda la claridad y la sencillez posibles.
Porque a veces lo ponen muy difícil. Aquí anoto como ejemplo un párrafo: “El
mundo inmediato del “ser ahí” cotidiano es el mundo circundante. La investigación avanzará desde este carácter
existenciario del “ser en el mundo” del término medio hasta la idea de la
mundanidad en general. La mundanidad del mundo circundante (la “circunmundanidad”) la buscamos a través
de una exégesis ontológica de los entes intracircunmundanos
que hacen frente inmediatamente. La expresión “mundo circundante” contiene en
el “circundante” una alusión a cierta espacialidad. La “circundancia” que es
constitutiva del mundo circundante no tiene, empero, un sentido primariamente
“espacial”. El carácter espacial indisputablemente inherente a un mundo
circundante solo es, antes bien, aclarable partiendo de la estructura de la
mundanidad. Partiendo de aquí será visible el fenómeno de la espacialidad del
“ser ahí”. Ahora bien, la ontología ha intentado, justamente, hacer la exégesis
del ser del “mundo” como res extensa
partiendo de la espacialidad…” Pgs. 68-69.
Coño, la gallina.
Así es muy difícil enganchar a
alguien en el intento, ya abstruso de por sí, de entender algo de la esencia
del ser y del estar en el mundo. Por más que se trate de un esquinazo
fundamental para tener algo de apoyo mental o para dejarse simplemente llevar
por el aire que más sople.
No hay comentarios:
Publicar un comentario