miércoles, 13 de junio de 2018

!A CUESTIONARLO TODO!



Por fin parece que el sol se queda con nosotros. Y con él, el calor. Y el verano se asoma en forma de vacaciones laborales y escolares. Y los horarios tal vez se olviden de las horas, y los días de los días. Hay -ya lo he escrito más veces- varios tipos de calendarios. Uno de los más importantes, en los tiempos modernos, es el que marca los comienzos y los finales de curso. Implica muchas variables e incluye numerosas consecuencias. No las voy a enumerar.
Mi labor profesional me sigue rellenando la memoria con anécdotas y hechos. Por eso vuelvo a la enseñanza y a las aulas por inercia y sin buscarlo, como quien se pierde y termina encontrándose siempre en los pasillos y en los claustros. Cuando eso sucede, me sacude con fuerza la conciencia y dudo acerca de todo lo que pude haber mejorado que, seguramente, es mucho. Y sopeso el estado de cosas, y aplaudo o me entristezco según los casos.
En estas fechas de despedida escolar, quiero traer aquí algunas de las palabras que Unamuno pronunció en la apertura del curso 1900-1901, en la Universidad de Salamanca. Hacen referencia al sentido que han de tener los estudios. Creo que sirven para ahora mismo y para todos los niveles. Desde luego, yo las comparto y las subrayo.
Habla el maestro:Los jóvenes que acudís hoy a estas aulas a que os traslademos lo que otros averiguaron o lo que de la realidad hemos directamente averiguado nosotros, tenéis que interrogar a la realidad misma que se abre liberal a quien la invoca. Pero es preciso que la miréis cara a cara sin interposición de librescos prejuicios, es menester que las lentes de las doctrinas recibidas no estén ahumadas adrede o por descuido. Las disciplinas que aquí se os trasmiten son legado de los siglos, recordatorio de la humanidad, es cierto, pero también lo es y con mayor plenitud aún la realidad exterior concreta, la actualidad palpitante. En la vida común que os rodea, en las costumbres a que todos por hábito ajustamos nuestra conducta, en lo que sucede en la plaza, en el mercado o en la feria, en el templo, en el hogar o en la campiña late el pasado más vivo aún que en todos los libros, crónicas y documentos, donde de ordinario no quedó más que su engañoso y deformado trasunto. (…)
¿Historia? Historia es lo que en torno vuestro ocurre, el motín de ayer, la cosecha de hoy, la fiesta de mañana. Sólo con el hoy aquí entenderéis rectamente el ayer allí, y no a la inversa; sólo el presente es clave del pasado y sólo lo inmediatamente próximo lo es de lo remoto. Lo que no descanse de una manera o de otra en el presente, ya a flor de él, ya en su lecho de roca sedimentado, no fue más que fugitiva apariencia. Es el presente el esfuerzo del pasado por hacerse porvenir y lo que al mañana no tienda en el olvido del ayer debe quedarse. (…)
¿Lenguas? Jamás comprenderéis con comprensión activa y fecunda, no pasiva y estéril, cómo una lengua vive mientras no abráis los oídos a la que en vuestro derredor suena, prestándolos atentos y fieles a los modismos del vulgo, a sus dichos y decires, a todo lo que como a barbarismo indigno de atención han solido desechar los que hacen del lenguaje un producto de pacto literario sujeto a académica prescripción. (…)
Bueno es el estudio de reflejo en libros y ajenas lecciones, muy bueno sin duda, pero sólo en cuanto a la realidad directamente intuida nos guíe. Mas sucede con harta frecuencia, por desgracia, que el libro os aparta de la realidad, del texto vivo el muerto, en vez de descubrírosla; acontece que en estos penumbrosos claustros se os enflaquezca la vista y el sol os estorbe luego para ver al aire abierto y a la luz libre. Traed a la memoria la escuela en que se os enseñó a leer, escribir y contar y la recordaréis como una jaula, en medio de la campiña aireada y soleada no pocas veces. ¿Os sacaron a ésta a aprender en medio del campo, por visión directa, lo que el campo a nuestro estudio ofrece? Y si por acaso os educasteis en vuestros primeros años en alguna ciudad, ¿os llevaron a ver las obras de arte o de industria que ella guardara? (…)
Sumergíos, pues, en la vida a verla con visión especulativa y desinteresada, a dejaros empapar en realidad inmediata y actual con pureza de intención, sin pedirle más de lo que pueda daros ni exigirle argumentos para soluciones de antemano trazadas a medida de nuestros deseos. Si lo hacéis comprenderéis muy luego que no cabe la realidad en fórmulas ni conceptos silogizables, porque rebosando de ellos, se desborda. La infinita complicación de su trama, su inextricable tejido habrá de enseñaros a desconfiar de todos los sistemas que pretenden encerrarla en fábrica lógica. Y esto os habrá de emancipar de una de las más profundas y arraigadas llagas de nuestro espíritu nacional: el dogmatismo, padre de sectas y de intolerancia.
La rebusca de la verdad con estricta sujeción a los hechos y sin tesis previa es la mejor escuela de humildad, de modestia y de tolerancia; el aprenderse estampadas afirmaciones redondas y escuetas, fórmulas y apotegmas decididos ex cathedra lo es de soberbia intolerante. No caigáis en el ipse dixit ni olvidéis que todo lo que puede saberse entre todos lo sabemos. Y aprended a la vez a cuestionarlo todo, a poner en tela de juicio hasta lo que más asentado y axiomático os parezca, a no aceptar postulado alguno si es que queréis gozar viva visión de lo real. Y no excluyáis nada. Tened el espíritu abierto (…)”.  El subrayado es mío.
Así que, a volar, gorriones; a descubrir el mundo en toda su grandeza y en todas sus variables. Y buen verano.

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