Abrasarse en la dicha de la
existencia mutua,
salir a campo abierto hasta
encontrar la calle
y en ella desnudarse para vestirse
ropas
de las que llevan todos los que a
vivir se animan.
Aquel, aquel y el otro del que no
sabe nadie
lo que en su casa esconde, lo que
en su pecho arde.
Allí el de la sonrisa y el de la frente
pálida,
el que agita banderas y el que al
temor se acoge,
todos, todos al aire, a combatir la
muerte,
a encender los clamores de
compasión y gozo.
Abre la puerta y vete tras la
estela del grito,
sumérgete despacio en medio de la
masa,
despliega al viento todas las velas
que has tejido,
sé tú mismo y sé todos, porque la
vida es fuego
y es viento que circula como
pandemia y luz,
abre tus blancos brazos y llénalos
de cuerpos
que te abracen y eleven hasta el
fulgor del cielo.
Y allí, todos a coro, cantando un
himno sacro.
Será la prueba exacta de que la
vida es buena,
de que también tú eres bueno como
la vida
y el tiempo os hará a todos un solo
corazón.
2 comentarios:
Cómo me gusta,Antonio.es todo un himno por la vida y la valentía de afrontarla.
Muy, muy bueno.
Publicar un comentario