lunes, 24 de agosto de 2020

LIBROS DIVERSOS

 

LIBROS DIVERSOS

Si cada creador tiene su definición propia acerca de lo que pueda ser la poesía (será este el concepto desde el que él practica su creación y entiende la de los demás) y, en realidad, nadie da con la tecla definitiva para fijar este concepto (tal vez ni falta que hace que tal cosa suceda), habrá que conceder que casi cualquier creación es poesía.

Pues, sin embargo, nadie osaría asentir ante esta afirmación. ¿Entonces? Ya estamos de nuevo en la incertidumbre y en la duda. Algo sí hay un poco más seguro: existe un tufillo, que debe proceder de la formación, de las lecturas y de una especie de canon impreciso, pero compartido, que asegura que tal o cual creación supera unos mínimos, poco concretos, por desgracia, y se sitúa en el mundo de aquello que llamamos poesía y no otra cosa. A partir de ahí. Uf, a partir de ahí; a partir de ahí se abre un amplísimo abanico que ventea todo y lo deja al gusto de cada lector y de su escala de valores y de sensibilidades. Ya se observa que la niebla y la indefinición siguen presentes.

Por eso existen libros de todo tipo y condición. Unos vomitan los sentimientos que arroja el volcán de una idea o de una situación. Suelen ser libros “unitarios”, menos extensos y de parto más rápido. Y más frecuentes. Otros intentan robarle un pellizco a cada día y, por ello, suelen ser más variados, amplios y de digestión lenta. Entre ambas tendencias, caben muchas otras posibilidades mixtas.

¿Quién puede sostener cuál es mejor o peor? No seré yo, desde luego; que cada día tiene su afán y cada creador sus necesidades.

Hoy, por ejemplo, he vuelto a la lectura de un libro de poesía que cumple perfectamente las características del libro temático, unitario, breve, rápido, intenso, emocional… Se trata del libro de Andrés Aberasturi titulado “Un blanco deslumbramiento (Palabras para Cris)”. Emoción a raudales. Cada vez que lo releo me desmorono más y me vengo inmediatamente abajo. Un río en borbotones a partir de la experiencia de un hijo con parálisis cerebral. La emoción diez pisos más arriba que la disciplina poética. Un rato de abstracción y de olvido de reglas racionales. Un grito desgarrador ante la evidencia lo injusto de la vida con algunos seres. Una bomba de racimo que explota entre las manos del lector y le abre las carnes.

Y lo digo yo que he elegido, desde hace ya bastantes años, la búsqueda y el pellizco que pueda arrancarle a cada día; y de ahí ese diario poético, ya tan extenso y variado, que no deja de manar. Ojalá que entre sus páginas también vivan emociones.

En fin, libros diversos, diversos libros. Cada día tiene su afán y cada libro guarda siempre algo bueno entre sus páginas, esperando la mano de nieve que sepa arrancarlo.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

¡Qué no muera nunca el impulso creador!... Lo demás, a gusto del consumidor.