IGUALDAD Y DIVERSIDAD. CLASES Y GRUPOS
Asistimos durante los últimos años a
manifestaciones de todo tipo que acentúan los valores de la diversidad y la
defensa de los grupos sociales frente a una desactivación de las ideas de
igualdad y de la división en clases sociales. Se trata de una trampa en la que
casi todos hemos caído y de la que se aprovecha el liberalismo para desviar la
atención y no poner el foco en aquellos conceptos que deberían estar en la base
de cualquier otra reivindicación que nos lleve a una mejora social de toda la
comunidad.
La tesis que aquí se defiende es la que afirma
que, si ponemos todos los esfuerzos en la defensa –necesaria, por otra parte-
de la diversidad y de los grupos, estaremos haciendo un flaco favor a aquellos
elementos que tienen que estar en la base de la verdadera transformación. De
ese modo estaríamos cambiando todo para que no cambie nada. Y quizá lo más
doloroso es que las fuerzas políticas de izquierda están comprando el señuelo y
dejándose sus reclamos y sus proclamas en esas diversidades y en esos grupos,
detrayendo esfuerzos de lo que realmente debería tenerlos a diario en la
trinchera: la defensa de las clases sociales más desfavorecidas y la igualdad
de oportunidades para todos.
La historia de esta degradación planta algunos de
sus hitos más visibles en los últimos decenios del pasado siglo veinte. Reagan
en EEUU, Thacher en Reino Unido, e incluso Blair tendrían mucho que decir al
respecto. No en la misma medida, claro, pero sí en la tendencia. Aquí, el
análisis histórico obligaría a desarrollar la afirmación en muchas páginas.
Pero el propósito de estas líneas es más modesto
y se circunscribe a las observaciones personales y a los tiempos más
inmediatos, es decir, al presente, comprobable por cualquiera.
Descríbanse someramente -aquí otro buen número de
páginas- estos cuatro acontecimientos; dos apuntan en una dirección y otros dos
en otra diferente. a) Las manifestaciones del primero de mayo resultan cada año
menos concurridas. b) Los convenios colectivos están sustituidos casi todos por
los convenios de centro o incluso personales. Hacia el otro lado: a) Las
manifestaciones del 8-M, día de la mujer; b) La manifestación del orgullo LGTB.
A estas dos últimas no falta nadie; la ausencia se considera casi un desprecio
y se pasa lista al que no acude
Pensemos ahora en el tipo de personas que acuden
a estas cuatro manifestaciones y hechos sociales. No es precisamente frecuente
ver a empresarios al lado de las banderas sindicales del primero de mayo. En
cambio, a las manifestaciones de los grupos señalados acuden gentes de todo
tipo y condición, ricos y pobres, altos y bajos, gentes de derecha y de
izquierda…
¿Qué se defiende en los dos primeros casos?
Elementos que afectan a TODOS los componentes de la colectividad, porque buscan
condiciones de igualdad desde las que poder practicar las diversidades de cada
grupo. ¿Por qué se grita en los otros ejemplos? Por las reivindicaciones de
esos grupos concretos, no de toda la sociedad, por más que, indirectamente, sus
consecuencias sí puedan repercutir en la convivencia. De hecho, en la
concentración del orgullo LGTB se habrán manifestado gentes muy distintas;
tanto que, cuando se vaya a exigir condiciones de igualdad en los salarios y en
las condiciones de trabajo, unas estarán en el lado de la patronal, mientras
que otras que iban al lado en la manifestación estarán en la parte obrera
Parece que se puede deducir que los primeros
ejemplos son generales en su extensión mientras que los segundos son parciales
e incluyen intereses muy diversos y diferentes.
¿Significa esto que haya que dejar de lado el
apoyo a las reivindicaciones de diversidad sexual y de igualdad de género? En
absoluto. Significa que no es lo mismo una cosa que la otra ni tiene la misma
importancia. Las reivindicaciones de igualdad nos pondrían a TODOS en
condiciones de practicar la diversidad como seres humanos diferentes; las de
grupo nos pueden confundir y robarnos las energías para trabajar por cualquier
desigualdad, pero, sobre todo, por aquellas básicas y universales.
Sé que, en los tiempos que corren, estas palabras
se pueden interpretar en sentido equivocado. Es necesario correr ese peligro.
Sobre todo, en los ambientes de izquierda. Qué le vamos a hacer. Peor es
dejarse arrebatar los elementos simbólicos por la derecha y quedarnos sin
tiempo ni espacio para trabajar por la igualdad de oportunidades, esa que da la
igualdad y que advierte que las clases sociales siguen existiendo, en
desigualdad y en injusticia.
Acaso de esto también se podría conversar en
asociaciones y agrupaciones sociales y políticas, Yo creo que es algo más
importante que enfrascarse en sandeces y en insultos entre unos y otros, que
solo nos llevan al mal humor y a los enfrentamientos personales, tan
insignificantes y tan de tercera o cuarta clase.
Que el árbol nos deje ver el bosque y que el dedo
no nos impida contemplar la luna. Y todo ello sin renunciar a las
reivindicaciones de grupo, necesarias de todo punto; pero encuadradas en el
contexto de la generalidad y del beneficio colectivo.
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