NUEVO LIBRO. EL BAÚL DE LA MEMORIA
Ne
llega, recién salido del horno y con olor a pan cocido de imprenta, el segundo
tomo de mis diarios, Notas a pie de vida.
Desde mi terraza. 2010. Es el correspondiente a mis escritos del año 2010,
el segundo de los publicados, aunque no el segundo escrito. Son trescientas
treinta y cuatro (334) páginas que recogen mis intentos de salvar, casi cada día,
algún indicio de idea para la consideración y para el futuro. Por el camino y
en el trayecto, mi agradecimiento a mis amigos Jesús Majada y Antonio Merino
por sus inestimables ayudas para que el proyecto de imprenta siga adelante.
Me
siento contento porque, al fin y al cabo, estos tomos -alcanzarán un total de
entre quince y veinte- guardarán la memoria de muchas de las ideas que me han
movido en la memoria y en la conciencia; en ella he aspirado -y sigo aspirando-
a elevar a idea y consideración algún hecho individual que iba surgiendo al
paso de los días.
Enseguida
he puesto un ejemplar entre mis manos y he deshojado sus páginas para tener una
primera impresión acerca del mismo. Es como volver a abrazar a un hijo que se
había ido por el mundo durante un tiempo y que vuelve a la casa del padre, con
algún regusto de aquella parábola evangélica del hijo pródigo.
Al
azar, me detengo en alguna página y releo. Los recuerdos se me hacen presentes,
si no con la misma exactitud, sí con parecida intensidad. Y me doy cuenta de
que las preocupaciones diarias no han cambiado en mí tanto. A veces, ni
siquiera las visiones y las opiniones acerca de casi cualquier asunto. Alguna
consideración creo que incluso la podría copiar de nuevo hoy mismo. Los años
van matizando las perspectivas, como lo hacen también las lecturas y el paso de
los días por el individuo y por la comunidad. Pero uno se va cargando de años y
acaso también de criterios, acertados o no, que se mantienen y que ya es difícil
que se dejen seducir por los contrarios. Por lo demás, las verdades básicas y
los conceptos no son tantos. A ese ramillete de elementos esenciales le vamos
dando vueltas y en ellos vamos dibujando perfiles que nos sujeten en una escala
de valores y en unos agarraderos mentales que nos permitan seguir viviendo en
una senda más o menos regular.
“En
la conciencia está el sentimiento trágico de la vida” escribía Unamuno. Creo
que tenía mucha razón en estas palabras el rector de Salamanca. Pero es que una
vida sin conciencia sencillamente no es vida, es un dejarse llevar
inconscientemente por la moda más embaucadora y despersonalizadora. Por ello,
aunque la conciencia de las cosas y de la vida acarree el sentimiento trágico,
tenemos que cargar con esa cruz para hacer que nuestra vida sea intensa y,
sobre todo, nuestra, de cada uno.
Mis
diarios modestamente aspiran a eso precisamente, a tomar conciencia de los
hechos -mayores y menores- de la vida y a tratar de extraer de ellos alguna
consecuencia, primero mental y, si fuera posible, también práctica. Un poquito
cada día. Grano a grano de trigo sembrado con mimo y con constancia para que
algún día florezca un hermoso trigal.
1 comentario:
Independientemente del valor literario y estético, no deja de ser interesante como crónica de vivencias y pensamiento de una época vivida.
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