lunes, 2 de octubre de 2023

PERIÓDICOS

 

 PERIÓDICOS

He perdido la cuenta del tiempo que hace que no compro un periódico de papel Tengo una suscripción anual digital a un diario nacional y accedo con facilidad a casi todo lo que me interesa en los formatos digitales abiertos. De hecho, cuando veo a alguna persona con un diario bajo el brazo o sentado en un banco del parque leyéndolo, tiendo a ver el ella a un bicho raro y como de costumbres desfasadas. Así las cosas, no es difícil ejercer de adivino y aventurar la decadencia y tal vez la desaparición de los periódicos de papel.

Yo creo que dos de las variantes que más han empujado al crecimiento de la prensa digital tienen que ver con el hecho de que se pueden renovar varias veces al día y, sobre todo, que, en este formato, todo se abre a la participación de los lectores. Cualquier noticia u opinión se comenta y suscita controversia entre los lectores. De tal manera que más bien parece que estamos casi ante una obra colectiva a la vez que fugaz y casi instantánea. Además, esto retroalimenta a unos y a otros a la hora de seleccionar noticias y de suscitarlas. Como la ventana se abre a todo tipo de vientos, el resultado es una tempestad continua en la que caen tanto rayos como gotas de lluvia, truenos o relámpagos según el perfil de cada interviniente. Tanto en la forma como en los contenidos.

A mí me resulta, por una parte, divertido y, por otra, triste y desconsolador. Es más fácil encontrar forofos entre los opinadores que argumentos sosegados y hasta dubitativos. O se es de la A, o se es de la Z.

Sucede en todos los ámbitos de la vida, pero, si nos queremos divertir o enfadar más, no hay más que introducirnos por un momento en el terreno deportivo o en el político. Repasar las opiniones vertidas acerca de cualquiera de las intervenciones de la presente investidura nos aclarará cualquier duda. Otro tanto sucederá con cualquiera de las últimas noticias de carácter deportivo: último partido del Madrid o el Barça, investigación del caso Negreira… Casi en cualquier asunto interesa más el perjuicio del contrario que el beneficio propio. Y todo ello sin pudor a la hora de expresar las opiniones. Somos como soldados que damos y recibimos soflamas antes de entrar en batalla. Si trasladamos eso a algún medio de ámbito más reducido, no solo no cambia el panorama, sino que las faltas de razones se acentúan. Hace ya bastante tiempo, colaboraba en un medio local con artículos de opinión. Lo dejé de hacer por varias razones, pero sobre todo por los disparates y sinsentidos que aportaban las respuestas de algunos de los cobardes y anónimos opinadores.

Y no es eso, no es eso. La vida se conduce en claroscuros, en vaivenes sin fin, en más y en menos, en un cuarto y mitad de cada kilo, en caídas y levantamientos, en alegrías y ratos de tristeza, en un presente eterno que asume que el pasado es lo que somos y que encuba los vientos del futuro.

Yo tengo mi propio periódico digital en estas páginas, que luego irán al formato del papel. Menos mal que no observo controversias. Tal vez por la insignificancia de lo que digo, acaso porque estas palabras no llegan a casi nadie, o vete a saber por qué. No me importaría que se sumaran otras opiniones, pero, si es para actuar como forofos, mejor es que permanezcan en la abstención.

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