MODOS Y RAZONES
Se ha producido hoy la jura de la Constitución en el Parlamento
por parte de la princesa Leonor, hija del rey Felipe VI y ya desde este momento
es heredera oficial al trono. El acto tiene una gran importancia en el ámbito
constitucional y simbólico.
En otros países de régimen monárquico, estos hechos se celebran
con grandes fastos y muestras públicas. En España vivimos dos realidades
paralelas bien distintas, casi enfrentadas. Por una parte, todo el oropel
oficial; por otra, la ausencia de muchos de los representantes políticos. Como
el acto se realiza en Madrid, sede de las Cortes, la ciudad cubre el apartado
de atracción popular de todos estos asuntos; mucho más por el hecho de estar
gobernada la ciudad por la derecha, más proclive a este colorido externo.
Para el discurrir político y social, este hecho del juramento
representa uno de los símbolos más potentes: se trata de la sumisión del jefe
del Estado a las leyes y a la Constitución. Difícilmente se puede encontrar otro
momento en el que la supremacía de la sociedad se muestre con más fuerza sobre
cualquiera de sus representantes, también sobre el monarca. Si alguna vez un
rey está más cerca del sometimiento a las Cortes, es sin duda este. Este es el
sentido de la monarquía parlamentaria y el último sustentamiento de esta forma
de gobierno. No parece descabellado darle boato al acto, para que quede
constancia pública de lo que realmente significa. A mí así me lo parece.
Pues, como no podemos tener dos días de fiesta seguidos, un buen
número de parlamentarios y todos los representantes de los partidos
independentistas se han negado a acudir al acto. Ni siquiera como muestra de
cortesía. Si en estas circunstancias se niegan, habrá que suponer cuál será su
actitud en cualquier otra ocasión que tenga algo que ver con la presencia de la
jefatura del Estado. Me parece que es una actuación totalmente equivocada.
¿Quién les niega su condición de republicanos? Nadie. ¿Por qué no promueven un
cambio de régimen por los cauces democráticos? ¿Por qué no llevan en sus
programas electorales este asunto y esta intención de modificar el régimen
monárquico y el cambio a uno republicano? Misterio. Me parece que, en el nivel
de la discusión racional, el régimen monárquico no tiene ni un pase y que la
defensa del régimen republicano resulta y resultaría muy sencillo. ¿Por qué no
plantearlo serenamente y sin aspavientos? Mientras exista una monarquía, aun con
todas sus carencias de justificación, no veo que la mejor forma de cambiarla
sea la de la falta de respeto a las instituciones. Supongo que para estas
gentes el siguiente paso será no acatar una votación en un consistorio en el
que rija un alcalde que no sea de su cuerda, o incluso no cumplir una ley por
no estar de acuerdo con ella.
Existe un efecto llamado búmeran que consiste en que algo se
vuelve contra el que ha tratado de cambiar una situación. Sospecho que algo así
sucede cada vez que alguien se muestra descortés con las instituciones. También
con la monarquía. Defender pública y privadamente el régimen republicano no
está reñido con el acatamiento de las leyes y de los hechos que las hacen visibles.
¡Pero si hoy era el día en el que el monarca se sometía
públicamente a acatar -como no puede ser de otra manera- el régimen
constitucional y democrático!
Humildemente, creo que hoy todos estos representantes están
haciendo monárquicos emocionales a montones. Yo prefiero mostrar mi defensa del
régimen republicano desde la serenidad y desde la concordia, desde la razón y
no desde la emoción. Me parece que es mucho más productivo.
Esta mañana, mientras en las Cortes la heredera del trono juraba
solemnemente acatar las leyes del poder legislativo, yo me dediqué a leer y a
pasear por la naturaleza que rodea a esta ciudad estrecha. Pero no es bueno
confundir la gimnasia con la magnesia. O sea.
1 comentario:
Creo que muy bien traído. Quién se llame constitucionalista debiera tener respeto a todos los actos que enmarca nuestra Constitución ¿qué necesitaría algunos cambios?... pués también, pero siempre dentro del marco legal y democratico, y con el respeto debido a nuestras instituciones.
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