viernes, 6 de octubre de 2023

EUROPA EN GRANADA

EUROPA EN GRANADA

 «Jamás en mi vida habité un lugar más delicioso que este (Granada) y nunca podré encontrar otro que se iguale». Washington Irving.

«Las lágrimas me subían a los ojos, y no eran lágrimas de pesar ni de alegría, eran de plenitud de vida silenciosa y oculta por estar en Granada». Miguel de Unamuno.

 «Por el agua de Granada, sólo reman los suspiros». Federico García Lorca.

«En ninguna parte del mundo suena el paisaje como en Granada». Manuel de Falla.

La lista de textos laudatorios de Granada es inagotable. Aquí solo he seleccionado un ramillete. Y qué bien merecido se lo tiene esta ciudad embrujada en la que se deposita la memoria de varias culturas que deberían sumarse en una celebración conjunta.

Allí se han reunido los jefes de Estado de media Europa con la intención de al menos mostrar sus buenas intenciones y su voluntad de analizar en qué situación se halla esto que llamamos Europa, así como para preparar el futuro más inmediato que le espera.

Los que tenemos cierta edad sabemos que los años setenta y ochenta del siglo pasado representaron una ilusión sin fisuras hacia el espacio europeo, un anhelo de respirar sus libertades, sus inquietudes y hasta sus penas… Sencillamente, queríamos ser europeos.

Hoy, pasados casi cuarenta años desde nuestra incorporación a este club, la fe no sé si sigue intacta. Han sucedido muchas cosas: ampliaciones, tratados, leyes… No obstante, el genérico sigue en pie, erguido y con base fuerte. Otros mundos son posibles. Este es mejorable. Pero casi todos estamos satisfechos de pertenecer a él, a pesar de tantos rotos y descosidos.

El anfitrión, por turno, en este caso, es España. Y parece evidente que estamos a la altura de las circunstancias. Si esto es así, lo es porque poseemos, a pesar de todos los pesares, espacios maravillosos, geografías incomparables, gentes acogedoras, historia de la mejor y de la peor, referencias intelectuales y artísticas en abundancia…, y un no sé qué que deja medio en suspenso la voluntad de tantos. Este país se fustiga más de la cuenta, se deja llevar por un papanatismo que sobrevalora casi todo lo que viene de fuera (sobre todo si viene del ‘imperio’), con frecuencia minusvalora sus propias virtudes, da crédito con demasiada facilidad a opiniones foráneas no siempre bien documentadas y, en consecuencia, desde hace mucho tiempo parece instalado en un complejo de inferioridad que en nada le favorece.

Es hora de sentirse orgulloso de lo que hay que sentirse. Porque hay muchos argumentos en los que sustentar ese orgullo. Sin sacar pecho. Sin alharacas. Con orgullo contenido. Y sabiendo que hay mucho por detrás y mucho más si miramos al futuro.

El numeroso grupo de jefes de Estado en una fotografía, con la Alhambra como fondo, viene a mostrar la importancia que tiene darles a las relaciones una orientación positiva y esperanzadora.

En Europa queda mucho por hacer. Ojalá los esfuerzos de todos se orienten en este sentido y no en el del enfrentamiento y en el de la división. Que se lleven todos alguna de estas fotos en su cabeza y en su conciencia.

Y que en España prenda alguna vez también la mecha de la colaboración, del espíritu positivo, de las ilusiones comunes. Y que se marchen por la puerta de atrás los egoísmos, los enfrentamientos irracionales y los aldeanismos de todo tipo.

Granada, la Granada de estos días, no es más que un símbolo y un espejo en el que mirar, para ver si nos vemos bien o tenemos que dar una vuelta a nuestro traje y a nuestro aspecto.   

El poeta Francisco de Asís de Icaza escribió estos hermosos versos: «Dale limosna, mujer, / que no hay en la vida nada, / como la pena de ser, /ciego en Granada».

Granada no necesita limosna porque posee riqueza en abundancia. No sé si podemos decir lo mismo de Europa, de España y de nosotros mismos.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Este artículo, en este momento, debería publicarse en un periódico de gran tirada.