Acaso solamente me conjugo
en un yo, me, mí mismo, mí, conmigo.
Persigo con ahínco una palabra
y pienso que, en el fondo, soy yo mismo
que he pedido un disfraz
y voy como fantasma en ejercicio;
salgo a medir el tiempo y lo que anoto
en mi cuaderno limpio
son medidas y ajustes de mi cuerpo
que se asusta mirando el infinito;
me despierto y me duermo,
cuando tercia, en un lugar distinto,
pero la almohada huele
a sudor y recuerdos de mí mismo;
cada trozo de espacio solo sirve
cuando es el que yo habito.
¿Es esto simplemente
un acto de egoísmo?
¿Tiene la libertad
mandatos tan estrictos?
Soy primera persona
y anulo los plurales en mis libros.
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